Según datos estadísticos que cualquiera puede consultar en la página del Instituto Nacional de Estadística, Palencia es la tercera provincia menos visitada de nuestro país en número de viajeros (datos del año 2000). Y eso a pesar de su arte, historia y atractivos paisajísticos.
En los últimos años se está promocionando el turismo cultural, auténtico filón para provincias de interior como Palencia o Lérida, cuyas iglesias del Valle de Boí fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco hace dos años. Aparte de las estaciones de esquí, cuya importancia no es baladí, ambas provincias son similares en forma y extensión (norte montañoso y sur llano); sin embargo, Lérida recibe tres veces más visitantes que Palencia.
Otra similitud estriba en su estilo arquitectónico predominante: el románico, sobre todo en determinadas zonas de ambas provincias. En Lérida han sabido defenderlo y promocionarlo. En Palencia se prefieren instalar parques eólicos que afectan al entorno paisajístico y diezman la avifauna, pero que vienen con un pan debajo del brazo para los vecinos y alcaldes de la zona afectada.
Quizá ahí estribe la diferencia con nuestros vecinos catalanes, que no sabemos cuidar nuestro patrimonio.
El último parque eólico proyectado, entre Astudillo y Pedrosa del Príncipe (Burgos), afectará a dos yacimientos arqueológicos y a un conjunto histórico-artístico, el de San Cebrián de Buena Madre; no es una zona románica, pero el impacto visual resultará demoledor, y es para los próximos 30 años con derecho a prórroga. ¿Tenemos lo que nos merecemos?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 17 de febrero de 2002