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TIROS LIBRES | Liga ACB | BALONCESTO

Joventut resucitado

Un año después de tocar fondo el DKV Joventut apunta signos esperanzadores de haber abandonado ese descenso a los infiernos que parecía no tener fin ni solución. Después de tanto ir y venir he aquí que sus mandamases han logrado armar un equipo coherente y sólido. El primer aviso lo dieron en la última jornada de la primera vuelta. Fueron a Cáceres a jugarse la participación en la Copa ante un rival directo. Ganaron y estarán en Vitoria. Son estos los partidos que dan y quitan credibilidad. Ahora se encuentran inmersos en el segundo paso, ser competitivos en su campo.

De acuerdo con la historia, Badalona siempre fue una plaza incómoda. Eso fue antes de la crisis (con mayúsculas) que lo convirtió en un terreno chollo por la facilidad con la que se ganaba y por la poca presión que ejercía un público acostumbrado a caviar y que daba la espalda a un potaje de garbanzos de difícil digestión. Por Badalona ya han pasado todos los grandes. Han caído Unicaja, Real Madrid y Barça y estuvieron a punto el Pamesa (por uno) y el Tau (por dos). La clave de todo este asunto hay que buscarla en la cancha. Por primera vez en muchos años el Joventut cuenta con un cinco titular competente y equilibrado, de esos que acabas por sabértelo de memoria. A la cabeza de los números tenemos a Tanoka Beard. Tanoka es un jugador que no da títulos (ahí están sus sonoros fracasos en partidos decisivos con el Real Madrid o Pamesa) pero resulta ideal para un equipo en vías de afirmación, pues asegura 20 puntos y 10 rebotes, una buena base para empezar a construir un conjunto. A su lado la siempre bienvenida dosis de espectacularidad. En Baston lo importante no sólo es lo que hace, sino cómo lo hace. En el camino que transita el Joventut, un hombre así atrae miradas y suscita emociones, que también eso demanda el aficionado. Por fuera dos perros viejos y un joven interesante. Jofresa y Espil han toreado ya en muchas plazas pero mantienen sus capacidades. Su estabilidad emocional se torna fundamental en un club donde esta cualidad ha brillado por su ausencia. El futuro se llama Mumbrú, producto de una cantera que parecía agotada.

Cierto que la edad media de este quinteto (31,2 años) no le otorga más allá de un par de temporadas, pero si consiguen dotar al equipo de una mentalidad ganadora, su trabajo habrá merecido la pena. Luego será el turno de Drame, Bueno o Dumas y de un buena gestión. Falta poco para que conozcamos el calado real de este proyecto.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 18 de febrero de 2002