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EE UU limita la divulgación científica para evitar su uso por terroristas

Los expertos acusan al Gobierno de Washington de extralimitarse en la prohibición

El Gobierno estadounidense ha decidido limitar la difusión de ciertos datos en las informaciones científicas que puedan ser utilizadas por presuntos terroristas para fabricar armas de destrucción masiva. Antes de los atentados del pasado 11 de septiembre contra Washington y Nueva York, algunos de esos datos podían conseguirse con sorprendente facilidad en las agencias federales. La iniciativa de Bush ha sido criticada por la comunidad científica, que acusa a Washington de abarcar investigaciones completamente ajenas a programas de guerra bacteriológica.

Hasta hace poco no era muy difícil encontrar en Internet o incluso pedir directamente al Gobierno de EE UU viejo material sobre el programa bacteriológico norteamericano (antes de la moratoria impuesta por el presidente Richard Nixon en 1969). Estos archivos -que de una forma u otra siguen circulando por la red- permitían fabricar armas biológicas caseras y, en algunos casos, sofisticadas.

Desde el pasado 11 de septiembre, Washington ha realizado un rastreo sistemático para evitar que éstos y otros muchos datos caigan en manos de supuestos terroristas. Por ejemplo, ya no se puede obtener en la página web de la agencia energética la lista de centrales nucleares en Estados Unidos, objetivos potenciales de futuros ataques.

Entre los documentos desclasificados en los años setenta y que han vuelto a ser secretos figuran estudios científicos sobre cómo envenenar el agua, identificar la variedad más letal de viruela o estimar el alcance de una destrucción nuclear; en total, más de 6.000 documentos técnicos relacionados con la fabricación de armas de destrucción masiva. "Estamos intentado fijar unas normas para evitar que los terroristas usen esta información contra nosotros", explicó al diario The New York Times el director de la Oficina de EE UU para la Seguridad, Tom Ridge; "lo haremos poco a poco".

La comunidad científica ha criticado la iniciativa al considerar que también abarca información inocua que nada tiene que ver con la producción de armas o el terrorismo. "Los críticos están exagerando. Entiendo su preocupación, pero creo que es un poco pronto para hacer sonar la alarma", dijo Ridge. Las limitaciones van más allá de lo exclusivamente bacteriológico: el fiscal general (ministro de Justicia), John Ashcroft, ha respaldado a su vez un uso muy restrictivo de la ley sobre libertad de información, a la que periódicos o asociaciones pro derechos civiles suelen recurrir para tener acceso a ciertos archivos oficiales.

Datos peligrosos

La Casa Blanca ha pedido a la Sociedad Americana de Microbiología que limite los datos potencialmente peligrosos en sus 11 publicaciones sobre gérmenes, bacterias y otros agentes infecciosos. Irónicamente, el FBI también ha recurrido a esta misma sociedad, pero para pedirle ayuda en el caso del ántrax (carbunco), porque piensa que el autor de los ataques que sembraron el pánico en octubre pasado y causaron cinco muertos es un científico norteamericano.

La presidenta de la sociedad, Abigail Salyers, como muchos de sus colegas, no ha acogido la iniciativa del Gobierno con mucho agrado. "El terrorismo se alimenta del miedo, y el miedo se nutre de la ignorancia", aseguró en un comunicado oficial. "Esto mina los fundamentos de la ciencia", dijo el vicepresidente de la sociedad, Ronald Atlas, a The New York Times. "He dejado claro que nos opondríamos a cualquier tipo de censura".

No es la primera vez que el Gobierno de EEUU y los científicos se enfrentan sobre la confidencialidad de sus investigaciones. En 1982, el entonces presidente Ronald Reagan trató de prohibir la presentación de documentos inéditos en un simposio internacional sobre ingeniería óptica para evitar que la información cayera en manos soviéticas. La iniciativa fue tan criticada que no pudo llevarse a cabo.

[Por otro lado, El Ejército de EE UU informó ayer de que una prueba realizada el sábado en Nuevo México con un misil táctico Patriot, que podría incluirse en el controvertido programa de defensa antimisiles balísticos, no logró interceptar un misil de crucero, como estaba previsto, informa Efe. El Patriot Advanced Capability 3 (PAC-3), diseñado por la empresa Lockheed Martin para responder al lanzamiento de misiles enemigos, no consiguió alcanzar al misil simulado durante una prueba efectuada en los campos de ensayo en el sur del Estado de Nuevo México.]

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 18 de febrero de 2002