Como usuaria y contribuyente, quiero expresar mi malestar por las continuas obras de mantenimiento del suelo en el aeropuerto de Barcelona. No sé a quién se le ocurrió elegir un tipo de pavimento que no resiste el paso de las personas y de los carritos de equipajes, que se agujerea y agrieta continuamente, y que necesita ser reemplazado o bien rellenado con pastas endurecedoras, pero sin duda alguien está sacando un gran rendimiento a un material que parece más adecuado para revestir paredes que suelos.
El aeropuerto está permanentemente en reparaciones, con las lógicas molestias para los usuarios y los trabajadores de las distintas compañías. Las obras no se realizan durante la noche, cuando no hay casi nadie, sino en pleno día y utilizando martillos hidráulicos y colas de potentísimo olor.
Se nos ocurren algunas preguntas: ¿a quién le interesa mantener este suelo ruinoso?, ¿no se puede sustituir por otro más resistente?, ¿no podría hacerse el mantenimiento a horas en las que sea menos molesto?, ¿qué categoría tiene el aeropuerto de Barcelona, que desde el mismo instante de su construcción está siendo reparado y remendado?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 20 de febrero de 2002