"Es mejor que Rivaldo". Con estas palabras, Lorenzo Sanz, otrora presidente del Real Madrid, presentaba a Elvir Balic (quien aún no llevaba la 'j' incrustada en su apellido), convertido en aquel verano de 1999 en el fichaje más caro de la historia del equipo blanco, marca que le fueron arrebatando sucesivamente Anelka, Figo y Zidane. Días después, Sanz se lo pensó y matizó: "Quería decir que era parecido en su juego a Rivaldo".
Sea como fuere, de aquel supuesto crack queda bien poco y nada bueno. Hace unas semanas, unas declaraciones suyas encendieron los ánimos en el vestuario del Rayo Vallecano, su actual equipo. "Si sigo sin jugar, nunca podré volver al Real Madrid", dijo el bosnio. Más de un compañero se indignó. El equipo era entonces el colista pero, por lo visto, a Baljic le importaba bien poco. Así, se extendió la sensación de que el delantero no se había incorporado al club franjirrojo con la idea de ayudarle a salvarse del descenso, sino tan sólo para su exclusivo lucimiento con el fin de regresar al Madrid. Su carácter, callado, tampoco le ayudó a deshacer el entuerto. Y su imagen en los entrenamientos, en los que se muestra displicente, ya ha causado más de un gesto de contrariedad tanto en el técnico, Gregorio Manzano, como en sus propios compañeros.
El último episodio protagonizado por Baljic -alegó dolor de cabeza y mareos para no sentarse en el banquillo en el pasado Rayo-Tenerife- ha puesto en pie de guerra al vestuario y al club en pleno, que se plantea deshacerse del jugador una vez conocido el informe médico, que hoy llegará a manos de Manzano y que no refleja anomalía alguna. "Quizá sea que en Bosnia los dolores de cabeza son distintos a los de aquí", ironizaba ayer Manzano.
La trayectoria de Elvir Baljic (Sarajevo, 1974) en España ha sido fantasmal. En el verano de 1999 llegó al Madrid, procedente del Fenerbahce, turco, por expreso deseo de Toshack, que convenció a la directiva para que pagara por él 15,6 millones de euros (2.600 millones de pesetas). Lo malo para Baljic fue que se lesionó de gravedad nada más iniciarse el torneo. Estuvo seis meses sin jugar y ya no levantó cabeza. En la campaña 2000-01 volvió a Turquía cedido al Besiktas. Y a su vuelta, el Madrid se desesperó para darle una salida. La encontró finalmente en el Rayo, que accedió a su cesión siempre y cuando la entidad que ahora preside Florentino Pérez se hiciera cargo de algo más de la mitad de su ficha, que alcanza los 1,2 millones de euros (200 millones de pesetas).
Diez partidos ha disputado Baljic en el Rayo, en el que ha marcado un gol. Unos números similares a los que dejó en el Madrid, donde marcó otro en once. Empezó de titular, pero Manzano se cansó pronto de él. "Quizá le falta un grado de madurez para filtrar sus circunstancias personales: lo mucho que costó, su trayectoria en el Madrid...", reflexiona el técnico, que intenta quitarle hierro al asunto pese a que el pasado sábado, tras comprobar que no disputaba el partidillo de entrenamiento con el previsible once titular, Baljic mantuvo una conversación subida de tono con el técnico en el hotel de concentración. Ya el domingo, una hora antes del partido con el Tenerife, les dijo a sus compañeros en el vestuario que se encontraba mal: dolor de cabeza, mareos... El médico decidió que así no podía ser ni suplente.
"Ni Baljic ni nadie está por encima del Rayo y de su vestuario", señalaba ayer Manzano en un adelanto de la que puede ser su decisión una vez lea el informe médico. De momento, la actitud de Baljic ha provocado que más de un compañero le califique de "jeta". El club no cree que le doliera nada el domingo y planea multarle, aunque su verdadera intención sea la de conseguir que se vaya por donde vino, destino Chamartín.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 20 de febrero de 2002