El cineasta ruso Lev Kulidzhánov falleció a los 77 años de edad, después de una larga enfermedad. Kulidzhánov pertenecía a la generación de directores soviéticos que a fines de los años cincuenta y principios de los sesenta formaron la corriente del neorrealismo ruso.
Discípulo de Serguéi Guerásimov, debutó en 1955, el año en que terminó el Instituto Estatal de Cine, con una cinta basada en una obra de Antón Chéjov. La fama le llegó dos años más tarde, cuando terminó de rodar La casa en que vivo, película que ganó el Festival de Cine de la URSS y obtuvo varios premios internacionales. Era la época del deshielo, y a este filme le siguieron otras dos excelentes películas: La casa paterna (1959) y Cuando los árboles eran grandes (1962), considerada por muchos como su obra maestra.
Dos años más tarde, Kulidzhánov encabeza la Unión de Cineastas de la URSS, puesto en el que permanecerá por veinte años, hasta la perestroika comenzada por Mijaíl Gorbachov. Su carrera de funcionario -además de ser el máximo dirigente de los cineastas, Kulizhdánov fue diputado durante cinco legislaturas, miembro de la comisión de control y miembro suplente del Comité Central del PCUS- no le impide seguir filmando, pero las películas que hace ya son de otro tipo: una sobre Lenin (El cuaderno azul), otra sobre la conquista del espacio, un serial televisivo de siete entregas sobre la juventud de Marx... De sus obras de entonces destaca Crimen y castigo, basada en la novela homónima de Dostoievski, que le valió el premio Estatal.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 21 de febrero de 2002