Escribo esta carta, aun sabiendo que no servirá de nada, sólo para poder manifestar la impotencia que siento cuando mi propio hijo, de 11 años, es tirado al suelo en la puerta de casa por tres individuos que se apresuran a quitarle la mochila que trae a las espaldas y que no contiene nada más que libros de música. Como es frecuente oír por aquí que a fulanito le han dado un tirón, decido poner una denuncia por teléfono con la ilusa esperanza de que, al menos, así la policía tenga noticia de estos casos tan frecuentes en Sevilla Este, que es donde vivo.
Después de esperar un rato porque las líneas estaban ocupadas, consigo ser 'atendida' por una señorita que me dice que si quiero poner esa denuncia debo llevar a mi hijo a la comisaría, ya que es menor y no puedo hacerlo yo en su nombre, ante lo cual decido abandonar y ni siquiera consigo que la policía se dé por enterada. ¡A ver si se entera y se ve algún coche de policía por la zona!
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 21 de febrero de 2002