Se sabía que la relación entre delito y pobreza era una cuestión de vasos comunicantes: más pobreza, más delitos. Escribo de los de los pobres. Los de los ricos tienen sus propias leyes. Los vasos comunicantes de pobreza y delito funcionan con la física: se oprime la pobreza, sube el líquido en el vaso de los delitos, llamados inseguridad ciudadana: el tirón, la punta de la navaja. Los robos en precios de gasolina, tabaco o alcohol son favorecedores de la seguridad porque disminuyen el riesgo para la salud. No son sólo dos los vasos comunicantes. Puede haber tres: pobreza, delito y represión. La viejísima ecuación decía ya que hay dos maneras de combatir el delito: una, una mejor distribución de la riqueza, y la otra, aumentando la Guardia Civil. Digamos que la República burguesa optó por la legalización de los sindicatos, el derecho a la huelga, los salarios mínimos. No se lo toleraron, la atacaron los pistoleros, se levantó Sanjurjo, luego Franco: y cuando los sindicatos y los partidos de pobres se alzaron, destruyeron la República con la ayuda de los países, demócratas o totalitarios. Toda España era una cárcel (de pobres) se titula un libro de hoy; Los esclavos de Franco es otro que sale ahora.
Aznar aumenta Guardia Civil y policía: un vaso comunicante justificado por una campaña sobre el aumento del de la delincuencia. Ha sido bien recibido, y aparece Aznar, que tiene una forma peculiar de oposición: ir más allá en el camino de la derecha. O sea: más guardias con mucho más sueldo (pide 30% de aumento), juicios más rápidos, penas más duras y toda la panoplia que aumenta la capacidad de defendernos a los burgueses. No, no sé dónde hay un partido que procure restañar la miseria social: mejorar los cuatro millones de personas por debajo del nivel de la pobreza y el casi millón de inmigrantes mal empapelados y aterrorizados; subir los sueldos, crear puestos de trabajo, socializar y no privatizar.
De esto se encargaba el PC, diezmado y con sus mejores genios conversos; y el PSOE. Me gustaría que este partido, que oportunamente cambió de símbolo, de puño y de himno y de maestro, terminara su operación cambiando el nombre. Partido Socialdemócrata estaría bien. Se sabe lo que es, y hace falta. A Aznar le parecen rojos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 22 de febrero de 2002