El martes 19 falleció en su casa madrileña, a causa de un infarto, el doctor José Ernesto Liébana Fiederling. Tenía 43 años. Licenciado en Medicina por Salamanca, doctorado en Medicina Interna por la Universidad de Bonn (su madre es alemana), su pérdida es una de esas pérdidas que deja pequeños todos los tópicos habituales (prematura, irreparable...).
Lo es, desde luego, para su mujer, Isabel, sus hijos, de 7 y 5 años, y sus demás familiares. Lo es también para sus amigos, que no olvidaremos su sencillez y su generosidad. Pero lo es además para mucha otra gente que lo conoció sólo como médico. Aunque, para sus pacientes (alemanes y españoles; Alemania era una de sus pasiones), Liébana era más que un médico. Era un sabio. Un hombre concienzudo, entregado y siempre atento, además de dialogante, flexible y eficaz, que estaba disponible para los otros fuera la hora que fuera.
Fue un verdadero placer conocerlo, doctor.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 23 de febrero de 2002