Después de tantos muertos inútiles, parece que poco a poco va tomando cuerpo entre los ciudadanos israelíes (incluso entre algunos militares) la alternativa pacifista que propugna el reconocimiento mutuo de los Estados de Israel y Palestina y la reanudación de un verdadero diálogo entre ambas comunidades.
Y sin embargo, su presidente, Ariel Sharon, parece que sólo entiende de escaladas militares sin fin. Es increíble que el señor Sharon no caiga en la cuenta de que cuantas menos esperanzas le deje al pueblo palestino más candidatos suicidas tendrá en su territorio... y en el resto del mundo, principalmente en el de su gran valedor, Estados Unidos de América.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 24 de febrero de 2002