Tengo 22 años y conozco el botellón desde que tenía 15. Me parece que han pasado unos cuantos años para que padres y políticos se hayan dado cuenta de que sus hijos se van de 'copas' como ellos, a tomar cañas, sólo que en vez de tirar las cáscaras de gamba al suelo tiran bolsas y botellas. Creo que es tiempo de que los padres, que no los políticos, recuperen su función educadora, que no represiva, y liberen a los que la desarrollaban hasta ahora, los resignados profesores.
Por desgracia, y como siempre, tienen que venir las fuerzas del orden a informarles, los padres son siempre los últimos en enterarse, no se preocupe...-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 24 de febrero de 2002