El Gobierno de Israel decidió ayer por unanimidad mantener el confinamiento en Ramala del presidente palestino, Yasir Arafat, a pesar de haber cumplido todas las exigencias que en materia de seguridad le había requerido el primer ministro Ariel Sharon. La decisión indignó a los responsables palestinos, que han decidido suspender las reuniones bilaterales de los jefes de seguridad con las que se pretendía consolidar la tregua pactada para esta semana. Prueba de la tensión reinante, soldados israelíes dispararon anoche contra el coche del presidedente del Parlamento palestino, Ahmed Qurea (Abu Ala).
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El Gobierno de Unidad Nacional, presidido por el primer ministro Ariel Sharon, decidió ayer por 12 votos y dos abstenciones mantener la situación de arresto virtual impuesta desde el pasado 3 de diciembre contra el presidente palestino Yasir Arafat, por "no luchar contra el terrorismo". Los ministros, tras una reunión tumultuosa que duró más de tres horas, decidieron, sin embargo, "permitir" a Arafat salir de sus oficinas y moverse con libertad dentro de Ramala, pero para ir más allá de los límites de esa ciudad deberá pedir el pertinente permiso a las autoridades israelíes.
Nada de esto es nuevo. La decisión del Gabinete de Sharon no hace más que confirmar la situación anterior de Arafat, quien desde que se le impuso el confinamiento se venía moviendo libremente por Ramala, llegando incluso a participar al menos en tres ocasiones en recepciones sociales y en concentraciones de seguidores y simpatizantes de Al Fatah, que se celebraron en la ciudad. Asimismo, Arafat sale habitualmente de su encierro para rezar en una mezquita cercana a sus oficinas.
[El tiroteo contra Abu Ala se produjo cuando éste volvía de entrevistarse con Arafat en Ramala y a pesar de que su desplazamiento había sido coordinado con el Ejército israelí, informa Efe. Los soldados dijeron que dispararon porque el coche no aminoró la velocidad al acercarse al puesto de control.Abu Ala, que salió ileso porque su vehículo estaba blindado, recibió una llamada de disculpa de Simón Peres, con el que trabaja en la búsqueda de una fórmula de paz.]
El Gobierno israelí, en un nuevo golpe de teatro, decidió asimismo replegar 100 metros más lejos de donde están ahora los tanques Merkava, que desde hace varios meses han sido emplazados en los alrededores de las oficinas de Arafat y que periódicamente disparan contra los jóvenes que se manifiestan en los alrededores y les lanzan piedras. Este falso repliegue de los carros fue la gota que hizo rebosar el vaso de la indignación de los dirigentes palestinos, que hicieron pública una enérgica nota protestando por la situación. Saeb Erekat, el jefe de los negociadores palestinos, definió con una sola palabra la decisión israelí: "Vergonzoso".
El mantenimiento del arresto de facto de Arafat echa por tierra las esperanzas de los sectores moderados del Gobierno de Sharon que, encabezados por Simón Peres y Benjamín Ben Elizer, a los que se habían sumado algunos sectores del partido nacionalista Likud, habían pedido el levantamiento de las sanciones contra el presidente palestino.
La propuesta de liberarlo se basaba en dos razones; en primer lugar porque consideraban que Arafat, con la detención de los tres autores de la muerte del ministro de Turismo Rehavam Zeevi, había cumplido con todo lo que se le había estado exigiendo. Y en segundo, porque creían, de acuerdo con la opinión de los servicios secretos, que el confinamiento de Arafat sólo potencia y refuerza su posición política.
El fracaso de los sectores moderados ha supuesto el triunfo de los radicales. Encabezados por el nuevo ministro de Turismo, Benny Elon, y el de Infraestructuras, Avigdor Liberman, habían anunciado que saldrían del Ejecutivo si se mitigaba la restricción de movimientos a Arafat. La postura de estos sectores intransigentes, responsables de partidos minoritarios, tenía el apoyo de algunos sectores del partido Shas y del todopoderosísimo ministro Natan Sharansky, el líder más carismático de los emigrantes rusos, que suponen cerca de un millón de habitantes, sobre los seis de población total de Israel.
En medio de las disensiones y enfrentamientos del Gabinete, Sharon se sacó de la manga nuevas exigencias de seguridad a Arafat, entre las que se encuentra la de detener al jefe de operaciones del Frente Popular para la Liberación de Palestina, Madji Rimaui, que supuestamente planeó la muerte de Zeevi. El Gobierno pidió también la detención de otros supuestos responsables del contrabando de armas descubierto el pasado enero en el barco Karin A.
Los partidos de la oposición israelí se han sumado a la indignación de los responsables palestinos. El más claro en hablar ha sido Yosi Sarid, líder del partido laico Meretz, quien aseguraba ayer por la radio que la decisión del Gobierno era poco menos que "grotesca". "Arafat puede ahora ir a la lavandería y al supermercado en Ramala, pero no podrá ir a la cumbre de la Liga Árabe, que se celebrará el próximo mes de marzo en Beirut", afirmó.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 25 de febrero de 2002