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Líderes de centro e izquierda alertan sobre los efectos de la globalización

Convocados por el primer ministro de Suecia, Göran Persson, se han reunido el pasado fin de semana en Estocolmo gobernantes procedentes de países tan diversos como Alemania, Nueva Zelanda, Suráfrica, Brasil o Polonia, en una sesión de la llamada Cumbre Progresista. Se trata de una 'red de trabajo' que aglutina a socialdemócratas y liberales formada cinco años atrás por el entonces presidente de EE UU Bill Clinton y por el primer ministro británico, Tony Blair, exclusivamente para políticos en el ejercicio del poder. Esta circunstancia explica la ausencia de Clinton en la cita de Estocolmo.

La reunión, de agenda abierta y sin propósitos de adoptar resoluciones, estuvo un tanto desorganizada por el temporal de viento y nieve que azotó al norte de Europa y que retrasó la llegada de algunos de los asistentes. Hubo, sin embargo, un comunicado final que resumió los temas principales abordados y, entre ellos, destacan la preocupación por las consecuencias de la globalización, que ha aumentado sustancialmente la brecha entre pobres y ricos. Esta brecha afecta incluso a países como Suecia, lo que se ha reflejado en una crisis del antaño famoso modelo sueco.

Se puso el énfasis también en la educación como un asunto que debe colocarse entre las prioridades de cara al desarrollo, cuando en casi todos los países de la Unión Europea y, por supuesto, en las regiones del mundo subdesarrollado, la educación, tanto en calidad como en cuanto derecho de alcance universal, está, por diferentes motivos, en crisis.

Otro aspecto tratado está relacionado con el sector público, cuya dimensión se ha reducido y debe desarrollarse.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 25 de febrero de 2002