El pasado día 14 falleció en Madrid, cuando apenas contaba 60 años, Rafael García Villaverde, catedrático de Derecho Mercantil. El profundo desgarro que esta pérdida, inesperada y brutal, ha ocasionado entre amigos y discípulos no debiera en estos momentos empañar el recuerdo de lo que ha sido una trayectoria universitaria y científica verdaderamente ejemplar.
Asturiano de nacimiento (Villaviciones, 1941), cursó sus estudios de Derecho en la Universidad de Valladolid y bajo la dirección de nuestro común maestro, el profesor J. Girón Tena, inició una labor docente e investigadora que habría de desarrollarse de forma ininterrumpida a lo largo de tres decenios en la Universidad Complutense de Madrid. Durante esos años, enteras generaciones de juristas han sido beneficiarios de sus enseñanzas y deudores de su extraordinaria humanidad, de sus análisis siempre serenos y ponderados y de su gran calidad académica. La muerte ha truncado proyectos ya avanzados en materias como el derecho de sociedades, la contratación mercantil o la legislación concursal, sectores todos ellos en los que sus numerosas contribuciones científicas le habían otorgado una indiscutible autoridad.
De su generosidad han dado testimonio sobrado colegas y discípulos. A ellos me remito. Junto a esta virtud no me es posible empero silenciar otra de sus grandes cualidades: el haber sido depositario de una tradición aprendida de nuestros maestros, ya que tuvimos la fortuna de encontrarlos, contra la rutina y la vulgaridad. Y haberla mantenido, sin desmayo, por amor al trabajo intelectual y vocacional bien hecho. Nunca lo olvidaremos.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 26 de febrero de 2002