El gol del Oporto, al final del primer tiempo, marcó un antes y un después en la relación de los centrales del Madrid. A juzgar por los ademanes de Hierro, gritando y llamando al orden a Karanka, y la respuesta gestual del vasco, que le dedicó algo parecido a una peineta, las cosas no fueron muy bien en el lado izquierdo de la zaga. En el descanso, Del Bosque retrasó a Helguera a la defensa y mandó a Karanka a la ducha.
"Karanka ha tenido molestias", dijo Del Bosque, para explicar en tono diplomático un asunto que rezumaba misterio: la sustitución del jugador. "No sé qué muslo se ha contracturado, pero tiene una contractura por aquí", señaló el jefe de los servicios médicos del club, Alfonso del Corral, tocándose la cara posterior de su pierna izquierda.
En el minuto 28 del partido se gestó el conflicto. Solari perdió un balón y el Oporto, raudo, sacó de banda. Postiga encaró a Karanka, que le salió al cruce con ternura en la banda izquierda. El delantero centro del Oporto superó tranquilamente al vitoriano y avanzó. Al verle, Hierro decidió jugarse el todo por el todo y salió del área para anticiparse. El capitán, que había hecho un trabajo perfecto hasta ese momento, no consiguió adivinar el regate. Postiga superó la salida y centró para Capucho, que marcó frente a César. En ese momento, el Madrid jugaba con una línea de tres en defensa.
El error de Karanka manchó el gran partido de Hierro, debió pensar éste, y comprometió un partido que parecía resuelto. No se sabe si por una contractura o con ánimo punitivo, Del Bosque mandó al central zurdo al banquillo. Y aunque siguió jugando con tres marcadores centrales durante el resto del encuentro, al terminar, el técnico declaró que este recurso táctico "fue un paréntesis que se abrió hoy y que se cerró hoy".
Luego, mientras la expedición esperaba en el aeropuerto de Oporto el embarque para el vuelo de vuelta, Hierro y Karanka limaban asperezas alrededor de un refresco.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 28 de febrero de 2002