Los venezolanos conmemoraron el 27 de febrero, 13 años después del caracazo, de manera pacífica, pero antagónica, con dos marchas paralelas: una a favor y la otra contra el Gobierno. Crece en el país el clima de descontento social, que contagia incluso a los ejecutivos de la firma estatal Petróleos de Venezuela, que protestan por la designación de la nueva junta directiva de la principal empresa del país.
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Nunca antes como ayer se habían organizado actos para celebrar, o llorar, el denominado caracazo, que en 1989, recién empezado el segundo mandato de Carlos Andrés Pérez, produjo un revuelta popular violenta por el alza de la gasolina: el saldo fue de 447 muertes y los comercios de la ciudad saqueados por el vandalismo.
El presidente Hugo Chávez también quiso ayer medir su fuerza, como el pasado 23 de enero, y convocó por sorpresa su contramarcha para oponerse a la manifestación opositora, organizada por la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) para protestar la por política del Gobierno y pedir aumento salarial. Desde que los opositores ganaron las elecciones sindicales y de la directiva de la CTV en octubre pasado, el Gobierno no ha querido reconocer a los elegidos. Por eso no se ha podido constituir la mesa tripartita para la discusión de los convenios colectivos y el aumento del salario básico.
La marcha de los trabajadores contó con el apoyo de organizaciones empresariales, sindicales y civiles, políticas y religiosas y de los empleados públicos. El sacerdote jesuita Mikel de Viana dijo que apoyaba la protesta de los sindicatos y los trabajadores públicos, porque ven amenazados sus puestos de trabajo con las nuevas reglamentaciones legales. La marcha opositora recorrió unas 14 manzanas, hasta el palacio de la Asamblea Nacional, para entregar a los legisladores un pliego de peticiones laborales. Portaban carteles y entonaban consignas contra el Gobierno: 'Osama Bin Chávez', 'Al loco le falta poco', '¡Chávez, no queremos tu revolución, vete ya!', 'Chávez es igual a hambre, miseria y corrupción'.
La contramarcha oficialista recorrió unos 12 kilómetros, hasta el palacio de Miraflores, donde les esperaba el presidente Chávez. El hermano del presidente, Adan Chávez, director del Instituto de Tierras, dijo que 'había más de un millón de personas' en la marcha oficialista para apoyar al Gobierno y a la revolución.
Los empleados de Petróleos de Venezuela también se manifestaron en la marcha opositora para rechazar la designación de la nueva junta directiva de la empresa y la supuesta politización de la firma que pretende el Gobierno. Más de 1.000 ejecutivos publicaron un comunicado en el que dan cuenta de la crisis que sufre la petrolera.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 28 de febrero de 2002