Venimos asistiendo estos días a un divertido sainete político-mediático-diplomático. Protagonistas: los ministros Piqué y Cabanillas, y el director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, sobre libreto escrito por el embajador de España en Rabat, señor Arias Salgado. El argumento era interesante y de mucho provecho para el Gobierno aznarista si su sector mediático sabía sacarle jugo: el expresidente González se había reunido, ¡en secreto!, con el primer ministro de Marruecos, Abderraman Yusufi, y juntos visitaron, luego, al rey, Mohamed VI. ¡Quieto todo el mundo!, se dijeron, sin duda Piqué y Cabanillas. Aquí hay chicha intoxicadora de la buena. Tenemos que sacarle partido. Dicho y hecho. El joven Cabanillas llama al periodista de cámara del Gobierno, don Pedro J., y le ofrece la primicia para que la utilice como él sabe hacer mejor que nadie, en beneficio de la causa del régimen aznarista. Es decir, poniendo verde a González. ¿Qué hacía Felipe González renuniéndose en secreto con el primer ministro de Marruecos y con el monarca? Sin duda maniobrar contra España. Un ejemplo más de 'deslealtad'. Porque ahora se ha puesto de moda eso de la deslealtad. Si usted se muestra en desacuerdo con lo que el señor Aznar y el PP dicen sobre esto o aquello, sea sobre la política en Euskadi o sobre el Plan Hidrológico, sobre la inseguridad ciudadana o sobre el déficit cero, sobre la conveniencia o no de que las comunidades autónomas esten presentes en las instituciones de la UE, etc., etc., si usted no está de acuerdo con el PP, usted es un 'desleal' a los intereses de España. Y caerá sobre usted todo el peso acusador de la Brunete mediática del régimen. (Porque no les quepa la menor duda: eso de la Brunete mediática no es un invento de Arzallus. Es una realidad que cualquiera que siga con cierto rigor analítico la prensa española puede constatar). Pero he aquí que el sainete acabó en ópera bufa. Todo resultó ser una solemne mentira: ni González se entrevistó con el primer ministro ni con el rey. Y el papel del bufón le ha correpondido al director de El Mundo, quien presentó la filtración de Cabanillas como si fuese fruto de su periodismo de investigación. ¡Buenaasss! fburguera@inves.es
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 1 de marzo de 2002