Siempre hay quien sabe sacarle partido a todo, hasta al mal tiempo. Más de un donostiarra se dedicó ayer a plantar cara a las olas. No sólo en el Peine del Viento, también al cruzar el puente de Santa Catalina, mojado por la bravura del mar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 1 de marzo de 2002