'Ya puede uno venir con 200 alergias en los pulmones y medio ojo en la mano que en el San Juan siempre pasan cosas'. Eso dijo Morente a mitad del recital para justificar el pedazo de bronquitis que traía y agradecer el clamor que le estaba acompañando durante el concierto. El cantaor tiene en el mítico colegio universitario uno de sus feudos preferidos. Una vez más, la entente volvió a funcionar como un reloj anarquista. En la noche que celebraba el Día de Andalucía y los 20 años de jazz y flamenco evangelista, Morente convocó todos sus fetiches y fue dándoles salida a base de casta y de cerebro. A falta de facultades físicas, tiró de libertad, tablas, una media voz bastante rozada y mucho arte tranquilo. Y por cantar no quedó. Cantó la antología entera empezando por la caña, la rondeña, la maravillosa soleá, la siguiriya o las alegrías, y además recuperó La aurora de Nueva York. Después de retirarse, las palmas de tango le obligaron a volver entre el entusiasmo del público con asiento o sin él. Ahí llegó la gran sorpresa de la noche, cuando mezcló a Antonio Machín y a san Juan de la Cruz en unas preciosas bulerías por cuplé. Para terminar, martinetes y fandangos, la sala entera en pie y el Van Morrison del Albaicín saliendo a hombros de Lorca, Bergamín y Alberti.
Enrique Morente
Cante, Enrique Morente; toque, El Paquete; percusión, El Bandolero, y coros, Pepe Luis Carmona y Antonio El Negro. Colegio Mayor San Juan Evangelista. Madrid, 28 de febrero.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 2 de marzo de 2002