El propietario de Gescartera, Antonio Camacho, se sorprendió de que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) no descubriera el desfase patrimonial en la agencia de valores, a pesar de que les proporcionaron toda la información, según declaró ayer ante la juez Teresa Palacios, que investiga la desaparición de casi 100 millones de euros invertidos por los clientes de Gescartera.
MÁS INFORMACIÓN
- Foro:: Pilar Giménez-Reyna, en libertad bajo fianza
- Participación 2001:: La opinión de los lectores
- La juez estrecha el cerco a La Caixa y el HSBC
- Calzada destituye a dos altos cargos de la CNMV afectados por el 'caso Gescartera'
- El presidente de la CNMV propone crear un nuevo comité supervisor de los mercados
- El apoderado asegura que pagó 15 millones a Ramallo por orden de Camacho
- Un apoderado de Gescartera declara que le pidieron 90.000 euros para Ramallo
- Camacho admite su buena relación con altos cargos de la CNMV
- Rato se enfrenta a la primera reclamación por daños de clientes estafados de Gescartera
- La CNMV tramita la primera demanda por su actuación en el 'caso Gescartera'
- Dossier:: El 'caso Gescartera'
Camacho también se vio agradablemente sorprendido cuando la CNMV sólo le impuso dos multas por faltas graves, cuando él esperaba sanciones por tres faltas muy graves, según informaron fuentes que asistieron a la declaración. El acusado no se explica la razón de ese trato tan exquisito por parte de la CNMV, salvo porque, como todo el mundo financiero sabía, había una gran división interna en la comisión.
El dueño de Gescartera señaló que no cree que Enrique Giménez-Reyna influyera en el trato recibido, del que "estaba encantado". "Sabían todo, tenían toda la información y, sin embargo, no actuaron", precisó Camacho.
El acusado tampoco atribuyó las comidas que tuvo con varios miembros de la CNMV a "agradecimientos" por el trato recibido. Camacho se refirió a un almuerzo al que asistieron Pilar Valiente, Luis Ramallo, Antonio Alonso Ureba, Antonio Botella y Pedro Villegas poco después de que se impusieran las sanciones. Sin embargo, las fuentes consultadas no se ponen de acuerdo sobre si esa comida es de las ya conocidas o se trata de una nueva.
Todos lo sabían
Antonio Camacho, según fuentes jurídicas, decidió exculparse por la vía de repartir culpas al resto de sus colaboradores. Así, señaló que "todo el mundo en Gescartera estaba al corriente de las dificultades económicas que atravesaba la entidad, que no había dinero, que estaba siendo inspeccionada desde 1999 y que había que conseguir clientes especiales, con dinero en metálico, para salir adelante".
Esta nueva afirmación echa por tierra su anterior versión de que Gescartera se comportaba por medio de compartimentos estancos, sin que unos departamentos supieran lo que hacían otros y que sólo él tenía una visión global de todo lo que ocurría en la agencia de valores.
Las acusaciones de responsabilidad fueron más extensas para José María Ruiz de la Serna -con el que dijo que se llevaba mal- que para Javier Sierra de la Flor, los otros apoderados de Gescartera. Sin embargo, precisó que Pilar Giménez-Reyna, aunque conocía las dificultades económicas, no estaba al corriente del desfase patrimonial. También salvó a a su novia Laura García Morey, de quien dijo que no conocía nada de la realidad de Gescartera, y a su padre, Jaime García Morey, al que introdujo en Gescartera por aprecio personal.
Camacho reconoció también que con Bankinter realizaba la misma operativa de cheques al portador que con La Caixa.
Hoy declara Javier Sierra de la Flor, apoderado de Gescartera encargado de la operativa de cheques. Algunas acusaciones han avanzado que solicitarán su ingreso en prisión.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 6 de marzo de 2002