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La Cibeles se queda muda

El gran ambiente se vio teñido de incidentes en los aledaños del Bernabéu

"¿Dónde está la Cibeles?", preguntaban con sorna y una ligera entonación musical los hinchas del Deportivo mientras bajaban abrazados a sus bufandas azules y blancas. El partido estaba acabado, el célebre maracanazo, en este caso convertido en centenariazo, consumado y la estatua de la Cibeles en su sitio, pero muda y sola, aunque rodeada de policías antidisturbios y periodistas que esperaban una fiesta que nunca se produjo.

En la calle, entre la riada de aficionados, las camisetas conmemorativas de la victoria gallega se vendían a seis euros. Sólo habían pasado diez minutos desde que Mejuto pitara el final del choque. También se comerciaba con banderines con la leyenda "Depor campeón de Copa 2002" impresa. Un chaval de 16 años prefirió otro recuerdo y balanceaba un asiento del Bernabéu, "un souvenir". Otros grupos tenían un mordaz recuerdo para su rival y cantaban el "cumpleaños feliz".

Los aficionados del Madrid, más del doble que los gallegos, cabizbajos y con poca predisposición para la pelea después del fiasco, se dispersaban en silencio, algunos llorando. Sin embargo, un pequeño grupo de cabezas rapadas aguardaba en el bulevar de la Castellana el paso de los seguidores gallegos para arrebatarles las banderas. Otros caminaban dispersos, borrachos, gritando: "Siempre fascistas, siempre madridistas". La policía secreta pidió la documentación a algunos de estos incontrolados e, incluso, detuvo a un chico que intentó agredir a la dueña de un puesto de recuerdos.

Antes del choque un motorista bajó desde el Bernabéu esquivando a la gente que ya se agolpaba junto al estadio. De repente, hizo un quiebro, sacó un spray corrosivo y lo lanzó contra los ojos de un seguidor del Madrid, al tiempo que gritaba: "Paletos de mierda". Se equivocó. Creía que era un hincha del Deportivo. Histeria, carreras, dos detenidos por la policía y una ambulancia del Samur. El motorista escapó mientras insultaba a la policía. Al aficionado no le pasó nada, pero no fue el único incidente que se produjo ayer en Chamartín. La policía antidisturbios tuvo que cortar las calles anexas al estadio, donde se ubican la mayoría de los bares. Botes de humo, pelotas, cargas policiales, un autobús del Deportivo apedreado y siete heridos. Las calles quedaron selladas, pero los seguidores más radicales del Madrid se juntaron frente a los agentes y con una enorme bandera preconstitucional como parapeto coreaban "que viva España".

Lo que no pudieron evitar los cuerpos de seguridad fue la actividad de la reventa. Un hombre de unos 50 años, disfrazado de seguidor madridista -con bufanda y gorrito incluidos- aguardaba acodado en una valla junto a un chaval joven. "Venga, que ya está, son 400 euros", le dijo, cuando un tercer personaje apareció de la nada con la deseada entrada que el muchacho esperaba. El chaval también llevaba una bufanda blanca. Puede ser que noventa minutos después, no estuviera tan satisfecho de su compra.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 7 de marzo de 2002