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El Ejecutivo de EE UU asegura que un acuerdo con Microsoft es la mejor salida al proceso antimonopolio

En una demostración de lo mucho que ha cambiado el Departamento de Justicia desde que George W. Bush está en la Casa Blanca, el Gobierno de EE UU defendió ayer un acuerdo extrajudicial con Microsoft para poner fin al proceso antimonopolio y aseguró que los tribunales nunca proporcionarán sanciones más severas que las del texto pactado con la compañía informática. En la fase anterior del juicio, el Gobierno llegó a pedir la segregación de la empresa; la consiguió, pero fue después anulada por su desproporción. Ahora una juez debe decidir si el acuerdo beneficia o no a los consumidores.

La vista oral comenzó ayer en un tribunal de Washington. La primera sesión acabó a última hora con mucho retraso en el orden de comparecencias. Para hoy está prevista la declaración de varios detractores y críticos con el acuerdo, entre ellos un representante legal de America Online. La juez Colleen Collar-Kotelly tiene potestad para decidir si el acuerdo al que ha llegado Microsoft con el Gobierno de EE UU y con nueve de los 18 Estados demandantes beneficia a los consumidores.

Si la juez se pronuncia favorable al acuerdo, los nueve Estados que no lo firman podrán seguir el proceso judicial, pero sus argumentos habrían perdido mucho peso; es difícil que otro juez apruebe sanciones más duras si Collar-Kotelly considera que el acuerdo es suficiente castigo. La juez no mostró ningún indicio sobre el tiempo que tardará en decidir: "Tengo mucho trabajo por delante antes de tomar una decisión", dijo desde el estrado. Las sesiones se extenderán también durante toda la jornada de hoy.

La primera intervención corrió a cargo de Philip Beck, representante del Departamento de Justicia y portavoz, en definitiva, del Gobierno de EE UU. Según Beck, la propuesta de acuerdo es la mejor sanción porque, en caso contrario, "el proceso nos pondría en una batalla cuesta arriba que muy posiblemente se resolvería en nuestra contra". El abogado de Microsoft, John Warden, fue aún más allá; aseguró que su compañía lograría sanciones menos duras que las recogidas en el acuerdo si el proceso continuara y se eternizara. Warden transmitía la impresión de que su compañía hace un favor a los consumidores y al sistema judicial de EE UU aceptando un acuerdo, y aseguró que sólo lo hacen "para poder avanzar".

El acuerdo prohibiría a Microsoft tomar represalias empresariales contra compañías que usen otros productos diferentes a los de Bill Gates. También obligaría a Microsoft a desvelar parte de su lenguaje de programación para que otros programadores desarrollen productos compatibles con el sistema operativo Windows.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 7 de marzo de 2002