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Fernando Lerín enseña el misterio del color en sus 'cuadros negros'

El pintor Fernando Lerín (Barcelona, 1929) declaró ayer que sólo había tenido la posibilidad de elegir la pintura como forma de vida, ante medio centenar de cuadros que desde 1959 a la actualidad forman la antológica Vivir para pintar. La exposición, inaugurada en la sala Julio González, del Ministerio de Educación y Cultura (avenida de Juan de Herrera, 2, Ciudad Universitaria de Madrid, antiguo MEAC), enseña el misterio de unos cuadros negros. 'La pintura me ha enseñado a vivir y a pensar'.

La antológica abarca desde que en 1959, en París, funda el grupo Yann hasta sus últimos cuadros, con unos inicios informalistas y una búsqueda personal en la abstracción lírica, en tonos grises y oscuros, según el planteamiento del comisario, Dámaso Santos Amestoy. Lerín vive entre París y Port de la Selva (Girona), se relacionó en el Nueva York de los setenta con Rothko y Larry Rivers, y en 1979 se celebró una retrospectiva en el palacio de Velázquez, de Madrid, acogida con entusiasmo por los partidarios de la pintura-pintura.

'Hay un diálogo entre cuadro y espectador y el cuadro exige concentración y tiempo, que te haga pensar y después recordar', declara Fernando Lerín ante sus óleos sin títulos, sólo con las fechas de los últimos 40 años, con predominio de los negros. 'Me interesa el color pero no como gesto pictórico. Creo que la armonía de colores no produce misterio, como ocurre en los tonos más oscuros, donde entra el mundo de referencia mental'.

Las referencias de Lerín son Turner, Rothko y Goya para una pintura que considera 'clásica' y romántica. 'Frente al cuadro siempre estoy en una actitud de disponibilidad, ya que se establece una lucha entre el cuadro como cuadro y yo como pintor. El cuadro toma su propia libertad, a la espera de que entre los dos se establezca una integración y deje de pintar el cuadro. De esta manera la pintura me forma y me traspasa una sensibilidad que es la que entrego al espectador. La pintura me da unos valores que no tienen nada ver con lo cotidiano. Como ocurre con los grandes coleccionistas'.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 8 de marzo de 2002