Lo que empezó siendo un restaurante étnico prometedor se ha convertido en una pista gastronómica notable. Tan lejos ha llegado, que sirve las especialidades árabes más sabrosas de cuantas se pueden paladear en España. Y, encima, a precios razonables. Varios cocineros marroquíes y egipcios ponen a punto recetas del norte de Africa, de Egipto y del Líbano, con una autenticidad poco frecuente. No es de extrañar que siempre esté a rebosar y resulte difícil reservar mesa.
En los platos de esta casa confluyen sabores arraigados desde hace siglos en algunas cocinas españolas, como la andaluza. Majados de almendras con pasas; aderezos con gusto a cominos y a cilantro; golpes de canela en polvo, de semillas de sésamo tostadas y de agua de azahar (el perfume de nuestro roscón de Reyes), intervienen en sus sugerencias. Aunque el nivel es alto, lo mejor son sus entrantes. Se acierta compartiendo la crema de garbanzos con sésamo, la crema de berenjenas con tomate, la ensalada de berenjenas y pimientos asados y los falafel (albóndigas).
Desilusiona la pastela de pollo, pero el cordero a la miel, la brocheta de carne picada y el cuscus libio son importantes. De postre, té verde a la menta con agua de azahar y un surtido de dulces de hojaldre y frutos secos terriblemente edulcorados.
En el local, muy bien ambientado, con música étnica pasada de decibelios, hay cinco mesas bajas muy incómodas, pensadas para comer con las manos. El servicio, desorientado y caótico, es el punto negro de la casa. La bodega, bastante reducida, alcanza para salir del paso.
Arabia. Piamonte, 12. Teléfono 91 532 53 21. Precio: entre 18 y 22 euros. Abre por las noches. Cierra siempre al mediodía, salvo sábados y domingos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 8 de marzo de 2002