El presidente de la Gestora del PSE-EE, Ramón Jáuregui, y el equipo que dirige José Luis Rodríguez Zapatero han optado por tirar la toalla ante la "imposibilidad" de consensuar un "candidato de integración" entre todos los sectores enfrentados en el socialismo vasco. Jáuregui ha asegurado a este periódico que el objetivo ahora es repetir la imagen del 35º congreso del PSOE en el que José Bono levantó el brazo de su adversario Zapatero y cerrar una dirección de consenso. "Si queremos desbloquear y condicionar la política vasca con nuestro proyecto propio y hacer frente a la ofensiva del terrorismo contra nosotros, hay que superar la división orgánica". El líder del PSE vizcaíno, Patxi Lopez, será el primero en presentarse.
A falta de la votación en la agrupación de Portugalete, retrasada hasta el próximo martes por el atentado contra la edil socialista Esther Cabezudo, el resto de las agrupaciones ha elegido ya a los delegados que enviarán al cónclave del PSE-EE los próximos 23 y 24 de marzo. En total 546, de los que 326 corresponden a Vizcaya, 155 a Guipúzcoa y 46 a Álava, además de los 20 de Juventudes Socialistas y dos veteranos milicianos sin derecho a voto.
Aunque los dos principales sectores enfrentados reivindican para sí un número determinado de delegados -que van del 65% para el tándem Patxi López y Jesús Eguiguren hasta casi el 50% para los herederos de Nicolás Redondo-, lo cierto es que casi todo el mundo coincide que en esta ocasión el delegado va a ser más autónomo y soberano que nunca. Con sorna, una militante socialista vizcaína aplica para este caso de los delegados de cada bando una de las frases de su amama (abuela): "No saques cuentas que salen cuentos"
El tercer bloque, minoritario y sin apenas apoyos orgánicos, el que lidera la parlamentaria guipuzcoana Gemma Zabaleta, considera que "sumar como se está haciendo las voluntades de los delegados es arriesgado y éticamente impresentable". El sector de Zabaleta, que pase lo que pase con su candidatura se constituirá en una corriente interna, asegura que "no estará en la ejecutiva de nadie a cualquier precio", aunque tampoco contribuirá "a un choque de trenes que desgarre aún más al partido".
'Pacto de San Marcos'
Este sector critica el acuerdo orgánico alcanzado entre vizcaínos y guipuzcoanos (el denominado Pacto de San Marcos, sellado entre ambos sectores el 11 de enero en Rentería), porque "no está cohesionado en torno a un proyecto, sino a un reparto de poder", crítica que comparte también el sector de Redondo. Este acuerdo ha quedado un tanto tocado esta semana por las declaraciones de Eguiguren sobre posibles pactos con el PNV si éste abandona el soberanismo. Eguiguren pidió amparo a la gestora y ésta ayer le defendió y pidió respeto ante el "debate democrático" interno que se vive en el PSE.
En el otro vértice del triángulo están los herederos de Redondo, que preparan un equipo directivo para presentarlo a los delegados y siguen intentado que el alcalde de Ermua, Carlos Totorika, dé el paso para encabezarlo.
Todos los sectores en liza son conscientes de que, además, la crisis del PSE tiene múltiples lecturas y derivadas más allá de las fronteras vascas. Lo sabe bien la ejecutiva federal de Zapatero, que ha sufrido múltiples presiones de la prensa y medios hostiles que han denunciado la "cacería" a la que se refirió Redondo Terreros desde el mismo día que presentó su dimisión, el 21 de diciembre pasado. Y lo sabe también Jáuregui, que no oculta su "asombro" por el grado de enconamiento de significados militantes o por los intelectuales del ¡Basta Ya! El proyecto autónomo del PSE, que quedó perfilado en la ponencia de Jáuregui, fue ratificado sin ningún voto en contra en el Comité Nacional del 9 de febrero. Pero el deseo expresado al término de aquella reunión por Jáuregui -"ahora hay que lograr encontrar una persona que dirija este partido con estos mimbres"- no se ha hecho realidad.
Ni tampoco el deseo del propio Zapatero de lograr una única candidatura que aglutine a todas las familias territoriales y sensibilidades ideológicas superando las claves de poder que han emergido con fuerza en las últimas semanas.
Días después de que Redondo presentara su dimisión, el máximo dirigente del PSOE mantuvo una conversación telefónica con el lehendakari, Juan José Ibarretxe, con quien mantiene una fluida relación desde que llegó a la secretaría general en julio de 2001. Fuentes conocedoras de la conversación aseguran que Zapatero le explicó a Ibarretxe que la persona en la que él había depositado su confianza para sacar de la crisis al partido, apoyado en una mayoría forjada en torno al aparato de Vizcaya y Guipúzcoa, era Patxi López.
Pero Zapatero soñaba entonces, y así se lo transmitió a Ibarretxe a fines de diciembre, con un "congreso de integración", justo lo contrario de lo que sucederá. "No entiendo por qué hay que presentar sólo un candidato, cuando junto al claro debate ideológico que existe, hay visiones diferentes de los equipos que tienen que llevar adelante el proyecto autónomo que seguro saldrá del congreso", indica un dirigente del PSE.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 9 de marzo de 2002