Empezó muy bien la cosa. Con una flauta bucólica de pastor heleno para que Eleftheria Arvanitaki entonara un lamento que sonaba inmemorial. Podía provenir de los tristes tiempos de la invasión otomana, del llorado exilio de los griegos expulsados de Anatolia o simplemente ser producto de la nostalgia por alguna isla del Egeo. Realmente hermoso. A la cantante nacida y crecida en El Pireo hace 43 años no le acababa de funcionar el pinganillo con el que poder escucharse, y cantar en esas condiciones tiene su aquél, porque se anda más preocupado de lo que sucede en el discreto aparatito escondido en la oreja que de cantar.
Volvía Arvanitaki casi un año después de presentar en concierto su último disco, Emisión, que contiene material de Dulce Pontes e Ismael Lô, y volvió a confirmar que resulta más convincente su trabajo cuanto menos se aleja de las canciones surgidas en bulliciosas tabernas urbanas o solitarias montañas del interior. Conviene andarse con mucho tiento cuando se juntan instrumentos como el bouzouki, el ney o el clarinete con teclados electrónicos y una batería omnipresente. La fórmula está siempre al límite de lo rancio. Uno sospecha que en el mercado musical griego agradan sus aproximaciones a esos sonidos supuestamente modernos y sin fronteras, mientras que el público foráneo probablemente se quedaría con la impronta de Theodorakis, Hadjidakis o incluso de Zorba. Tanto da si se produce lo contrario: Eleftheria Arvanitaki se juega en el envite su impacto comercial.
Eleftheria Arvanitaki
Eleftheria Arvanitaki (voz), Yorgos Zachariou (teclados), Spiros Goumas (bouzouki), Manos Achalinotopoulos (flauta, clarinete), Michalis Kapilidis (bajo), Yannis Aninos (batería), Dimitris Barbagalas (guitarra) y Kiriakos Gouventas (violín). Ciclo Emociona!!! mujer. Teatro Casa de Campo. Madrid, 7 de marzo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 9 de marzo de 2002