Señor Defensor del Pueblo: Me llamo Guillermo, soy musicólogo experto en himnos y me gusta lo merengue, pero sin fundamentalismos: si mi equipo me decepciona, me lo monto en secreto con el rival, y santaspascuas.
De hecho, mi esposa es del Real Madrid como yo, pero mi amante es colchonera, y tengo amigas íntimas del Barça, el Bilbao, el Numancia y la Cultural Leonesa.
A mí lo que me gusta es el balompié, en general. Acudo a usted de nuevo, don Enrique, porque me invade la melancolía tras el drama del miércoles en el Santiago Bernabéu. Esa vaga tristeza está provocada por dos realidades ante las cuales solicito amparo constitucional. Primera: al vulgo no le gusta el fútbol, lo que quieren es emborracharse celebrando los fracasos del rival. Segunda: el Real Madrid ha metido la pata con los fastos del centenario.
Empezando por lo segundo, no está mal que cantara Café Quijano (al fin y al cabo, son de la mafia leonesa, al igual que el árbitro). Pero exijo a las instituciones del Estado que me expliquen por qué nos incrustaron en el evento a los mancebos de la academia de Nina. Al margen del tufillo de prepotencia, eso es una horterada. Y para colmo, gafes.
Concretando, señor Múgica, solicito que se haga un nuevo himno que englobe éticamente a miles de ciudadanos que aman el balompié sin radicalismos. He aquí un batiburrillo épico con letras de diversos himnos del Estado. A usted corresponde consensuarlo con las autoridades pertinentes: 'Jugando, ganando, peleas como el mejor (Atlético) / pero no hagáis el canelo, / que no nos tomen el pelo, pelo, pelo (Deportivo). Blaugrana al dent, / un crit valent (Barça). Enemigo en la contienda, / cuando pierde da la mano sin envidias ni rencores, / como noble y fiel hermano (Real Madrid)'.
Ordene usted también, don Enrique, que los servicios de seguridad del Estado entren a saco en la página web del Atlético de Madrid y digan a quien sea que extranjero no se escribe con ge.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 10 de marzo de 2002