La entrega estrella de esta semana se producirá el miércoles con el billete de mil pelas, que lleva fecha de 1 de octubre de 1886, y luce la imagen del pintor don Francisco de Goya. El pasado mes de diciembre uno de estos ejemplares fue subastado en cinco millones de pesetas, que se dice pronto.
Otro billete de mil, datado seis años antes, no tiene el mismo valor, pero sí otras curiosidades como la de la franja incrustada, por razones de seguridad, en el billete en lugar de la matriz.
Retrotrayéndonos casi un siglo en el tiempo, los reales de vellón eran monedas acuñadas sólo en cobre desde el reinado de Felipe V. Con el tiempo, cuatro reales harían una peseta. Este documento bancario de 300 reales lo emitió el Banco de San Carlos creado en 1782 por el rey Carlos III (1759-1788), en un momento en que el Tesoro pasaba por grandes agobios debido a la guerra que España mantenía con Inglaterra con la colonia de Gibraltar de por medio.
El Banco de San Carlos puede considerarse como el primer banco español. En Barcelona, a finales del siglo XIX, existían dos entidades bancarias: la Compañía de Fondos Perdidos (dirigida por el banquero flamenco Tibelein) y la Compañía de Banco en Cambios (creada por el danés Herrier y el francés Larrard); las dos sociedades no pudieron sobrevivir a la desaforada inflación del reinado de Carlos IV (1788-1808).
El Banco de San Carlos llevó una vida difícil y tenía que vencer grandes obstáculos para colocar el papel moneda que emitía. Al salir el billete que EL PAÍS entrega en facsímil el lunes, se convocó un concurso para escritores, con 6.000 reales de premio, con objeto de que el texto ganador fuera convincente respecto a la utilidad del billete. No obstante, fue el periodo 1796-1798, según el historiador Jaume Vicens Vives, "el más boyante de la historia económica de España en el siglo XVIII", para entrar a continuación en una fase de paro, miseria y contracción, provocado todo ello por el bloqueo inglés del Atlántico. De aquí el intento de aliarse con la flota francesa para derrotar a la británica en San Vicente (1797) y Trafalgar (1805), saldadas con sendas derrotas que darían paso a la emancipación de las colonias americanas de España.
Y de los tiempos en que comenzaba a usarse paletó a los más inciertos de la guerra civil. En agosto de 1936, cuando ya está claro que el conflicto armado no era cosa de unas pocas semanas, el Gobierno republicano de Madrid pone en circulación billetes de cinco duros para hacer frente a la escasez de los mismos desde el levantamiento militar. La iconografía se dedica a Valencia, que unos meses después se convertiría en la capital republicana de facto.
Y de forma correspondiente, en la España nacionalista dos años más tarde se imprimieron billetes de dos pesetas con imágenes dedicadas a Burgos, donde residía el general Francisco Franco, líder de las fuerzas nacionalistas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 10 de marzo de 2002