Hace unos días oí en la radio que el Ayuntamiento de Barcelona había iniciado una campaña, según entendí, contra el uso irracional de las motos, y la verdad es que me alegré, ya que si bien utilizo habitualmente la moto para desplazarme por Barcelona, soy muy consciente de que existen ciertos motoristas que no respetan nada.
Mi alegría se convirtió en perplejidad cuando, pocos días después, me multaron por estar aparcada mi moto en una acera que no llegaba a medir tres metros, pero aseguro que no molestaba a nadie. Desde entonces, cada día me han ido multando.
Después de esto, lo que para mí era una campaña acertada se ha convertido en un ataque injusto, sin sentido, contra los motoristas, la mayoría de los cuales, estoy segura, hacen un uso correcto y cívico de la moto y, en cierta manera, ayudan a descongestionar el tráfico de Barcelona.
¿Es consciente el Ayuntamiento de la imposibilidad que presentan ciertos barrios de aparcar las motos como dice la normativa? ¿No cree el Ayuntamiento que cualquier persona que tiene una moto y paga impuestos por ello, tiene derecho a utilizarla y a aparcarla, siempre que no moleste a nadie? ¿Es consciente el Ayuntamiento de que si todos los motoristas de Barcelona nos pusiéramos de acuerdo un día para coger el coche colapsaríamos Barcelona?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 13 de marzo de 2002