Últimamente salen noticias sobre los acogimientos de menores, lo que me hace reflexionar sobre la calidad de este servicio promovido por la Dirección General del Menor. Hace un año inicié el proceso de formación de familias educadoras, con el fin de formar una familia acogedora monoparental. Después del curso y convencido de ir hacia delante, realizo la solicitud a los servicios municipales. Paso los informes en los que me otorgaban la aptitud y después de un largo proceso burocrático llega el menor a casa. El proceso previo ha tenido un coste emocional bastante elevado, y no por el tiempo transcurrido, sino por los mensajes contradictorios que, casi semanalmente, me iba dando la Administración. Con la llegada del menor a casa no acaba el proceso; colegio, baja laboral, servicio de salud y para colmo la visita de servicios municipales de zona para realizar un informe de idoneidad, el cual ya había hecho la asociación de acogimiento y aprobado la consejería. Hasta este momento la sensación era de que la Administración en vez de facilitar el proceso se empeña en poner trabas, lo que me lleva a pensar que quieren poner a prueba a las familias para ver su capacidad de aguante, o lo que es peor, y sospecho, que es por falta de coordinación y presupuesto. Para reforzar mi sentimiento, me encuentro con que se deniega la beca de comedor al menor, después de asegurar que no había ningún problema, y se me dice que los devengos de estancia que le pertenecen para su mejor calidad de vida, llegarán con cuatro meses o cinco de retraso.
Estoy de acuerdo con el acogimiento de menores después de una formación y sensibilización especial hacia el servicio, así como una atención especial al entorno donde va a vivir el menor, pero me enoja bastante lo que día tras día los políticos hacen. Da la impresión de que las familias educadoras y consecuentemente el menor importa poco. Y parece que la política va encaminada a que este tipo de aportación solidaria sea por parte de familias con altos ingresos, castigando, de alguna forma, a familias con ingresos más bajos o con circunstancias especiales, pero no por ello menos preparadas para el desarrollo integral del menor.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 14 de marzo de 2002