Las grandes cumbres, como la que estos días se desarrolla en Barcelona, sólo sirven para escenificar la firma de acuerdos que hace tiempo que se están elaborando y hacer la correspondiente foto de grupo. O sea, puro teatro, una gran comedia. Y que para escenificar esta comedia se tenga que sitiar una gran ciudad como Barcelona -restringiendo los derechos de los ciudadanos, dificultando el tráfico, colapsando los accesos, parando la enseñanza...- y producir unos supergastos que pagaremos entre todos los ciudadanos, es un escándalo y una gran vergüenza.
Además, el presidente del Gobierno, José María Aznar, para animarlo, no para de hacer declaraciones criminalizando a quienes no estén de acuerdo con él y vayan a las manifestaciones. Todo es muy patético y muy triste.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 16 de marzo de 2002