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La jornada de Liga | FÚTBOL

Al Madrid le faltó perspectiva

Al Madrid le faltó perspectiva en el Camp Nou. No sólo perdió en el primer tiempo la oportunidad de tumbar al Barça: pudo destruir el proyecto de Gaspart, si es que tiene alguno. Después de dos años en el cargo, con cerca de 30.000 millones gastados en fichajes mayoritariamente improductivos, su posición es crítica. Y nunca lo fue más que ayer en el Camp Nou, con su equipo destruido frente al adversario por naturaleza del barcelonismo. En esos instantes decisivos de la primera parte, al Madrid le faltó ojo. No se trataba de ganar el partido, ni tan siquiera de acabar con 18 años de frustraciones, era el momento de infligir un daño de consecuencias mayores. Algo así como un disparo a la santabárbara, capaz de provocar un desplome institucional en el Barça. Pero el Madrid se volvió retórico y desperdició un momento de debilidad monumental del equipo azulgrana. Nunca el Barça ha jugado peor, ni más confundido. Nunca ha estado tan mal armado, ni ha sido tan vulnerable. Si sobrevivió, fue por las concesiones del Madrid. Le faltó voluntad para poner en el marcador la distancia que había en el juego. Dispuso del balón en proporciones masivas, con una superioridad incontestable en el medio campo, zona siempre sospechosa en el Madrid. Helguera y Makelele contaron con la ayuda de Zidane, Solari, Guti y Raúl. Sin un delantero centro convencional, el Madrid decidió ganar el partido en el centro del campo, donde el Barça naufragó. Ni tuvo la pelota, ni la interceptó. Su incapacidad defensiva alcanzó cotas grotescas, por lo que el gol sólo fue una consecuencia natural de la insistencia del Madrid y del caos reinante en el Barça, que penaba en la defensa, sufría en el medio campo y no encontraba la manera de buscar a sus tres delanteros. Tampoco es fácil cuando el equipo se empeña en practicar la ley del embudo, la más alejada de las propuestas que se podían esperar en Rexach, el hombre de los tres defensas, los extremos y todo eso. No ahora, no en este decepcionante Barça, un equipo que boquea en busca de resultados que le alivien el calvario. Futuro no tiene, excepto que le bendiga el azar por esas cosas indescifrables del fútbol.

Cuando pudo, el Madrid no acabó su trabajo. Luego modificó su estrategia y comenzó a especular con un resultado demasiado corto. Al valeroso equipo del primer tiempo, que llegaba en masa al área del Barça, le siguió otro sin criterio. Ni atacó, ni defendió. Quiso defenderse, pero es algo por lo que no se distingue precisamente. Quedó expuesto al ofuscado ataque del Barça, que empujó y encontró alivio en la dejación madridista. Sólo dos jugadores dieron la impresión de levantarse sobre la mediocridad: uno fue Saviola, que creó algunos problemas cuando buscó por los costados de los centrales; el otro, Xavi. De Xavi se puede decir que fue el único futbolista reconocible del Barça. Jugó como se espera en un buen medio centro, sin ayuda a su alrededor. Y tuvo el carácter para sobreponerse a los graves problemas que atravesaba el equipo. El partido le rehabilitó, con el añadido de su gol. El tanto tiene un carácter polémico. El sangrante error de César adquiere unas consecuencias perturbadoras en el equipo, sometido a un debate que se va a prolongar durante las próximas semanas. Haga lo que haga Del Bosque con Casillas y César, sus decisiones estarán sujetas a una polémica que encontró materia razonable en el fallo de César. Error que impidió la victoria de su equipo y quién sabe si el triunfo en la Liga.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 17 de marzo de 2002