Hace sólo tres semanas, durante un entrenamiento, Solari tiró un centro y César no pudo interceptarlo. "¡César, vete a cazar mariposas!", le gritó el argentino. La guasa iba y venía en un clima de distensión propiciado por el propio guardameta, esencialmente, un tipo alegre y sereno. Últimamente ese clima parece pertenecer al pasado remoto. César vive remando contra corriente. El gol del Barça, ayer en el Camp Nou, señala la culminación de una época tormentosa. El fin de sus días de tranquila competencia por dejar el banquillo y ganarse la titularidad, que hasta el partido de Vigo, dos jornadas atrás, ostentaba Casillas.
"El balón de Xavi se envenenó con tan mala suerte que fue gol", dijo Del Bosque
La desgracia de César se completó cuando Xavi se perfiló a treinta metros de la portería madridista y sacudió un derechazo duro, en el segundo tiempo. El balón hizo una comba y lo engañó. El portero puso mal el guante, y, rebotado hacia arriba, el cuero cayó detrás de la línea de gol. Mordiéndose los labios, moviendo la cabeza, ojeroso y pálido, sus gestos revelaron síntomas de desesperación en lo que le quedó de partido. De nada valió su gran parada en un tiro libre de Rivaldo, ni otra, tras un remate de Rochemback, ni su seguridad en el juego aéreo. "César ha tenido una actuación normal", lo defendió el técnico, Vicente del Bosque, al terminar el partido; "lo que pasa es que el balón de Xavi se ha envenenado con tan mala suerte que se ha metido en la portería".
Valdano rompió otra lanza: "César ha tenido una actuación notable con un gol desgraciado que le crea una situación que ahora tendrá que superar. Va a encontrarse esta semana con tensiones añadidas. Estaba controlando perfectamente el partido, pero ésa es una jugada que marca un partido. Ahora habrá que estar más cerca que nunca a su lado".
César había perdido la calma mucho antes de llegar a Barcelona. Ayer se vistió de corto con los nervios de punta. Desde que le metieron dos goles por debajo de las piernas, en la final de Copa contra el Depor, la decisión de Del Bosque de darle la titularidad fue mucho más cuestionada desde varios medios de prensa afines al madridismo. El debate, con más pasión que reflexión, favoreció al joven Casillas por varias razones de naturaleza afectiva. El bombardeo se intensificó en los últimos días, en los que Casillas llegó a decir en el diario As que "igual" se producía una "sorpresa", como anunciando su reaparición en el Camp Nou.
El miércoles pasado, el Madrid prohibió a los porteros hablar antes del partido, para rebajar el ruido. "El clima está enrarecido", dijo un jugador, al conocer la medida.
Todo conspiraba en contra de los nervios de César, que luchó en vano por concentrarse en su trabajo, como explicó el lunes pasado: "Si hemos sacado una lectura positiva de lo que sucedió en el final de Copa, aunque no se pueden sacar demasiadas conclusiones positivas, es que se trata de partidos de fútbol. Hay muchas cosas en juego pero quizá debemos abstraernos de todas esas circunstancias, de lo que se dice y lo que pasa alrededor. Se trata de hacer exclusivamente aquello que haces cuando vienes cada mañana a entrenar y cuando te pones de corto cada miércoles y cada domingo. Los factores externos no alteran nuestra personalidad. Decirlo es fácil pero hay que tener la personalidad necesaria para hacer lo que estás acostumbrado a hacer, que es jugar al fútbol".
Jugar al fútbol puede ser más complicado todavía en un Barça-Madrid. Y si un sector de la crítica acecha continuamente, el riesgo de dar un patinazo se multiplica. César nunca se sintió completemante respaldado y ni el propio Del Bosque dio señales claras en los últimos días de su preferencia. El técnico no se manifestó abiertamente sobre el asunto, y las especulaciones se reprodujeron como conejos en el vestuario blanco y alrededores.
En el gol de Xavi dio la impresión de que los factores externos terminaron por alterar los internos. César falló. Y tan "enrarecido" como está el ambiente, nadie se atrevió a bromear.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 17 de marzo de 2002