El príncipe Eduardo de Inglaterra y su esposa Sophie, condes de Wessex, son otra vez centro de las críticas por solicitar más personal y mejores habitaciones en el palacio de Buckingham para hacer frente al trabajo que les espera como miembros de la realeza. Después de ser el centro de una polémica por utilizar sus vínculos con la familia real para sacar beneficios económicos, los condes han solicitado a la reina Isabel II que financie al nuevo personal, afirmaba ayer la prensa dominical británica. Además, Eduardo y Sophie -que tienen una mansión con 57 habitaciones en las afueras de Londres- quieren que la soberana les facilite en el palacio de Buckingham un piso con cuatro dormitorios, en lugar del que disponen ahora, con sólo dos. Todo esto para afrontar la dura vida laboral que les espera por delante, que es representar a la familia real británica en diversos eventos de caridad en todo el Reino Unido, tras decidir dejar sus respectivos negocios comerciales. Los condes anunciaron recientemente que dejaban sus trabajos. El príncipe abandona su compañía de producción de televisión Ardent y ella su empresa de relaciones públicas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 18 de marzo de 2002