Un tufillo racista recorre mi ciudad. En Alicante, a cada Boabdil le sale su Don Pelayo. Podíamos haber optado por hacer santo a Alfonso X el Sabio, el Integrador. Pero no. Es mejor elevar a los altares a Isabel la Católica, la Integrista, el martillo de herejes, tal y como se plantea en estos días.
En mi ciudad no quieren 'moros' en el centro. No quedan bien. Por estética y por negocio. Es mejor alejarlos, crear un lugar especial para ellos, sólo para ellos, con sus propias tiendas, su mezquita, su lugar de reunión, de reposo, de pernoctación, su lugar propio de desembarco del ferry, la vía libre a la autovía para sus coches atestados de Alá sabe qué, sin pisar la ciudad-escaparate. Son las nuevas morerías, juderías, guetos de mi ciudad. Los lugares que ellos ocupan ahora serán ocupados tras la nueva 'operación justicia infinita' por otras actividades más limpias, productivas y bendecidas: nuevos lugares de ocio, puertos deportivos, comercios con pedigrí... A ellos los llevarán junto a la ZAL (zona de actividades logísticas) del puerto de Alicante, frente a barrios con menos caché, menos proyección y menos peso electoral. A eso se le llama desvestir santos para vestir otros.
Las malas lenguas dicen que si la cosa sigue así van a hacer también lugares especiales para ortodoxos rusos en Torrevieja, para alemanes luteranos en Benidorm y para algún que otro mormón americano. Pero esto ya no me lo creo. Sería puro racismo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 18 de marzo de 2002