El 13 de febrero fui con mi instituto a la Biblioteca Valenciana y a una conferencia del escritor Caballero Bonald. La visita a la Biblioteca no me agradó demasiado; lo único que me hubiera hecho ilusión es ver los libros. Me pareció incomprensible ir a una biblioteca y no ver ni uno. Pero bueno, tal vez es que tuvieran miedo de que estos 'salvajes, inconscientes, borrachos, rebeldes, pero a la vez fácilmente manipulables' jóvenes (que parece que es así como nos consideran) les destrozáramos los libros. Por lo menos nos deleitamos viendo pasearse a los robotitos (vagones con ruedecitas que transportan libros).
La conferencia con Caballero Bonald fue estupenda: una vez se dejaron de tanto panegírico y decidieran cederle la palabra, claro. Me pareció, ante todo, una gran persona. Sólo tengo el placer de haber leído algunas de sus poesías, pero supongo que el resto de su obra será magnífica. Me pareció interesante y muy modesto, y como dice el texto sobre el grupo poético de los 50 que nos dio nuestra profesora, posee 'un cierto inconformismo con el mundo que le rodea, pero sin posturas militantes'. Es ese tipo de sujetos de los que quedan pocos. Y que transmiten su amor por las cosas en las que creen. Esa salida no fue una pérdida de clases, sino un regalo, de parte del señor Caballero Bonald.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 22 de marzo de 2002