Esta vez sí aplaudo una iniciativa de la Junta de Andalucía, valiente y fundamentada, que nos puede beneficiar a todos: el recurso presentado para que las tabaqueras abonen a la Sanidad andaluza el importe que ésta se gasta todos los años en intentar sanar a los miles de andaluces que diariamente enferman y fallecen por el consumo de esta mezcla adictiva y venenosa.
Hay dos realidades irrefutables: el tabaco mata y el precio en euros de estas muertes precedidas por una larga enfermedad lo pagamos todos, fumadores o no. Aunque lo adelante el Ejecutivo andaluz, recibido a su vez de los Presupuestos Generales del Estado que nutrimos los contribuyentes devenido de nuestros salarios, la cuenta siempre es la misma.
Tanto las tabaqueras como el Estado se juegan mucha pasta y ahí es donde duele, los enfermos y familiares desolados eso importa menos, ¡nace gente todos los días! La Junta parece que acude al pleito bien pertrechada de argumentos y documentos, y por lo que a mí respecta de razón. Ojalá triunfe la causa, aunque no soy optimista. Los tribunales apuntan al inmovilismo cicatero, léase caso congelación salarial de los funcionarios de 1996, donde una primera sentencia favorable a los trabajadores ha sido revocada por el Tribunal 'Económico' Supremo.
Esta guerra tiene otro frente además del económico: el político. La Junta no tiene el mismo color de partido que el Gobierno de la nación y por este motivo las comunidades autónomas afines al Ejecutivo central no moverán un dedo. Si ganase Chaves, a ver cómo le explican luego a sus ciudadanos por qué no secundaron esta reivindicación.
Por analogía, después del tabaco vendría el alcohol, que es tres cuartos de ídem. Y, rizando el rizo, el juego. Muchos millones me temo para que se pueda ganar y quien mate o destruya pague, tanto de forma activa como pasiva, complaciente o negligente. Ahí está el meollo, a ver si de ésta nos enteramos que no hay mayor interés que la salud y la vida.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 27 de marzo de 2002