Al leer el 22 de marzo la columna de Javier Pérez Royo, no puede evitar en mí un movimiento de natural desacuerdo. La tesis de que 'el PNV es el partido que más ha cambiado desde las últimas elecciones autonómicas' y de que 'es el PP el que con su inmovilismo está fosilizando la vida política en el País Vasco' obedece más al afán partidista de contraponer la política del PSOE a la del PP que a un análisis riguroso de lo ocurrido desde las últimas elecciones.
Caben otras interpretaciones de las últimas elecciones de las que hace el señor Pérez Royo, y así las han hecho miembros de su mismo partido. Y suena a ingenuidad escolar lo de que 'no descansa en este momento en el señor Arzalluz y Egibar la transmisión del mensaje nacionalista'.
Me gustaría poder compartir su afirmación de que el PNV 'ha hecho un esfuerzo por adaptarse, programática y personalmente, a las nuevas condiciones en que había que hacer política tras el resultado de las últimas elecciones'.
Los hechos prueban lo contrario y siguen demostrando que el PNV está en su política de siempre, de fracaso e ineptitud evidentes, y que de él poco se puede esperar para Euskadi. Su hora ha pasado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 28 de marzo de 2002