Señor Monteseirín, tras pasar media legislatura entregado a la minoría que durante las últimas décadas ha conseguido hacerse con el poder en el Ayuntamiento de Sevilla (el PA, por supuesto), parece ya llegada la hora de hacer honor a sus votantes, a los votos con los que realmente gobierna, los de su partido. En los dos últimos años hemos visto caer en manos de los acólitos del zar Alejandro las delegaciones que manejan los presupuestos municipales, cuya misión ha sido mantener el chiringuito constructor febrilmente activo (gasto público, beneficios privados) tras el gran negocio del estadio llamado Olímpico y en espera del metro. Pero admitir que con tres votos se ponga en peligro el futuro de las zonas más emblemáticas de Sevilla es demasiado. Contra todo razonamiento, las delegaciones andalucistas han logrado aprobar el aparcamiento de la Encarnación y pretenden hacer lo mismo en la Alameda, destruyendo historia, convivencia y naturaleza, desoyendo la opinión de los urbanistas y el sentido común, obviando a los vecinos, saltándose una prohibición explícitamente referida a este proyecto en el avance del PGOU (votado ¡unánimemente! por el propio pleno) y, finalmente, mintiendo de forma indecente (véase el 'error tipográfico' del señor Carmona). Usted tiene la solución en la mano. Pronto tendremos nuevas elecciones: ahí recibirá su premio o expiará sus culpas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 29 de marzo de 2002