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OPINIÓN DEL LECTOR

Caos circulatorio

Suele decirse que la realidad es terca y muestra, una y otra vez, la misma cara. Sin embargo, creo que los tercos son quienes no quieren ver cuáles son los problemas y dónde radican las soluciones.

Eso pasa en el tráfico. Hace unos fines de semanas se preveían atascos ingentes en Barcelona con motivo de la cumbre europea y nada de eso ocurrió debido al civismo de sus habitantes que, en esas fechas, decidieron usar el transporte colectivo para sus desplazamientos habituales.

En Sevilla, las obras que están afectando a algunas de las principales arterias de la ciudad están causando enorme indignación entre la ciudadanía por la congestión de coches y los atascos que generan. El Ayuntamiento hispalense sabe que el problema de tráfico de Sevilla viene motivado por el exceso de coches en circulación, muchos de los cuales podrían ser sustituidos por desplazamientos en transportes colectivos, pero nunca ha querido enfrentarse con valentía a ese toro y ha preferido siempre la política del parcheo, generando nuevas infraestructuras, aun a riego de aumentar el número de coches circulando.

Y ahora se enfrenta a una ciudadanía poco acostumbrada a dejar el coche en casa, con unos hábitos de vida muy dependientes del uso del vehículo particular, poco contenta con un transporte público incapaz de ser eficaz con las calles invadidas por coches, poco sensibilizada con los problemas sociales y medioambientales que genera el abuso del coche y, para colmo, cabreada cuando se hacen obras en las calles.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 29 de marzo de 2002