El historiador del arte Valeriano Bozal (Madrid, 1940) tiene la pasión de Vermeer (1632-1675) desde que en su juventud contempló La encajera en el Museo del Louvre. Las recientes exposiciones sobre el pintor holandés en La Haya, Nueva York y Londres han intensificado el misterio sobre pinturas como Vista de Delft, La carta de amor, Lectora en azul, Joven con perla, La lechera, Dama con un vaso de vino y El arte de la pintura. Bozal descubre la modernidad del pintor en su ensayo Johannes Vermeer de Delft (T.f. editores), meses antes de que el Museo del Prado exponga como préstamo dos cuadros del artista.
"Las figuras femeninas representan en él una santificación de la vida doméstica"
"Vermeer es extraordinariamente contemporáneo, muy de nuestros días, con una concepción muy visual de la pintura", afirma Valeriano Bozal, catedrático de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid. Autor de libros como Los primeros diez años, 1900-1910, los orígenes del arte contemporáneo (1991), Goya y el gusto moderno (1994) y Pinturas negras de Goya (1997), ha iniciado una nueva colección de ensayos, titulada Aficiones, con una visión personal sobre la pintura de Vermeer.
El libro, que incluye ilustraciones de los 35 cuadros y otras obras de contemporáneos (Rembrandt, Pieter de Hooch, Hals, Fabritius, Van Loo, Vrel), sitúa los escasos documentos biográficos del pintor de Delft, analiza la revolución pictórica de esta escuela, a partir de "la mirada como medida de todas las cosas" y los motivos de Vermeer: la calle y la ciudad, las mujeres solas, las corteses relaciones, las cartas, el astrónomo y el geógrafo y las pinturas alegóricas.
Bozal sitúa en su ensayo a Vermeer junto a Rembrandt y Hals como los tres grandes de la pintura holandesa y una de las cimas de la historia del arte. El pintor de Delft fue redescubierto en el siglo XIX y sólo en 1978 se dispuso, con el trabajo de Albert Blankert, de un catálogo razonado de su obra. "Vermeer es un pintor del siglo XX sin dejar de serlo del siglo XVII, y es un pintor de todos nosotros sin dejar de ser holandés, sin dejar de ser de Delft: su pertenencia a Delft es sustancial para comprender su obra y, paradójicamente, la universidalidad de su obra".
"He tenido siempre una especial pasión por este pintor", declara Bozal. "En su intensidad y radicalidad, distancia los asuntos visuales. Los rasgos de su pintura no son lo que representa como el modo visual de su representación, con aspectos muy sutiles. como la presencia de un silla, al luz sobre la pared. Es como si no dejara ninguna concesión a la literatura. He escrito este libro para mirar a Vermeer, para incitar a mirarlo más, para incitar a ver la fuerza y la delicadeza de su pintura".
En un lento proceso y a golpe de exposiciones se ha ido depurando la obra de Vermeer y su pleno reconocimiento, aunque el autor señala todavía zonas oscuras, sobre todo en su biografía, que es peor conocida que otros aspectos, como las transacciones económicas de sus cuadros.
Vermeer, como Rembrandt, destaca en la pintura holandesa del siglo XVII frente a otros artistas que también tienen una calidad excepcional y son unos maestros, según Bozal, como es el caso de Pieter de Hooch. "La excelencia de Vermeer radica en el equilibrio, sin conceder nada a la literatura ni a la moral. Es un pintor que depura y elimina anécdotas, prescinde de todos los elementos que explican lo que se representa en una pintura de género, que es muy anecdótica, al presentar el ambiente burgués. Vermeer mantiene una distancia, elimina los elementos familiares y cotidianos para describir una situación con ojos nuevos".
Bozal establece las diferencias al definir la pintura de género de otros artistas como "muy ruidosa", donde pasan muchas cosas, frente a la pintura "muy silenciosa" de Vermeer. "Eso se valora estéticamente, sobre todo en el arte contemporáneo, donde se da más importancia a la visualización que a la parte narrativa. Importa más la presentación de las cosas que hablar de ellas".
El autor estudia en su ensayo esta mirada del tiempo, el hecho de que sus pinturas "no son antiguas" cuando carecen de valor ideológico y emocional. Señala que al contemplar cuadros como Lección de música, Joven con perla o la encajera "sentimos la emoción de lo que nos es próximo, de lo que no pertenece al pasado". "Nos identificamos con Vermeer, con los protagonistas de sus escenas, con su atmósfera, con sus actitudes, su concentración, sus alusiones, y luego tratamos de satisfaceer nuestra curiosidad. Esas figuras somos nosotros, es nuestra materialidad, nuestra concentración, la experiencia de la luz que tenemos o pdemos tener, la experiencia de las noticias que llegan por carta, del galanteo, de las relaciones entre personas".
En la mayoría de sus cuadros aparece una figura femenina. Para Bozal es un motivo habitual de la pintura italiana, pero en el caso de Vermeer lo identifica con la santificación de la vida doméstica. "Creo que estaba profundamente seducido por la figura femenina, por esa mirada tan juvenil y viva de Joven con perla. Le pasa también a Rembrandt, aunque su concepción de la mujer es distinta".
España recibe por fin al pintor
En España nunca se han visto cuadros de Vermeer. La producción de la exposición Goya. La imagen de la mujer por el Museo del Prado, con préstamos de la National Gallery de Washington, donde se muestra ahora una versión, que incluye a las dos majas, va a hacer posible la presencia en Madrid de dos obras de Vermeer. El intercambio incluye también 20 pinturas del impresionismo.
El Prado recibirá en préstamo Mujer con balanza (hacia 1664) y Mujer joven con sombrero rojo (hacia 1665), que forman parte de la pequeña colección de obras de Vermeer que tiene el museo estadounidense, junto con Dama en amarillo escribiendo (hacia 1665) y Joven con flauta (hacia 1665-1670), que se adjudica al Círculo de Vermeer. El Prado quiere presentar las dos obras en 2003 en una exposición en torno al pintor, con la incorporación de otros cuadros suyos y de otros autores.
La exposición de La Haya (en el Mauritshuis, 1996), la más completa para establecer una cronología de las obras, despejó las dudas sobre Mujer joven con sombrero rojo y estableció por primera vez su atribución al pintor. "Es lamentable que no se puedan ver más obras de Vermeer o de Rembrandt y que el Prado esté al margen de los circuitos internacionales de las grandes exposiciones", asegura Valeriano Bozal.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 31 de marzo de 2002