Los brasileños son muy religiosos y respetan las tradiciones. Por ejemplo, la de no comer carne en Semana Santa y sí pescado. Pero los pescaderos se aprovechan y esos días ponen el pescado por las nubes. Así fue este año en Manaus, corazón de la Amazonia, donde el pescado de sus ríos es la gran riqueza contra el hambre de los más pobres. Las mafias del pescado subieron el precio del matrinxá, el pescado típico de estas fechas, de un euro a siete. Y el obispo Luís Soares Vieira, que se sentia responsable ante los pobres de su feligresía, pues es la Iglesia la que les manda comer pescado, hizo una campaña contra las pescaderías mafiosas. Dijo desde el púlpito que él no iba a comer pescado como protesta y pidió a los fieles que tampoco ellos lo compraran. ¿Podían entonces comer carne?, preguntó algún feligrés adelantadillo. 'Eso, no', le respondió el Obispo: 'Mejor coman huevos'. Lo que no se ha sabido aún es si tambien los huevos subieron de precio.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 1 de abril de 2002