¡Vaya desperdicio de elección! ¿No había nadie mejor? Enclenque y sin demasiado cartel, llegó a Salt Lake City el número 16 del draft de 1984 procedente de la Universidad de Gonzaga. De su misma generación había baloncestistas con mejores expectativas que él. Bobby Knight le había cortado el paso en el equipo olímpico que iba a participar ese mismo año en los Juegos de Los Ángeles. Prefirió a Vern Fleming, Steve Alford y Leon Wood. Dieciocho años después, sin embargo, John Stockton es considerado uno de los grandes bases de todos los tiempos.
'No hay nada como la sensación de jugar contra los mejores. Nada puede llenarme tanto'
Elegido entre los 50 mejores jugadpres de la historia de la NBA, Stockton es, en efecto, el que más pases de canasta ha regalado -hace unas semanas llegó a las 15.000 asistencias- y el que más balones ha birlado al cuadro contrario: superó los 3.000 robos. Además, posee dos medallas de oro olímpicas -la de 1992, con el Dream Team, en la cita de Barcelona, y la de 1996, en la de Atlanta- y, cómo no, ningún anillo de campeón. Es lo que le falta: el título en la NBA. Lo rozó dos veces, en 1997 y 1998, pero en ambas ocasiones los Bulls de Chicago, los de Michael Jordan, cerraron en el último instante el salto a la gloria de los Jazz. Stockton cumplió el pasado martes los 40 años de edad y, no obstante, continúa impartiendo doctrina sobre lo que debe ser un base en baloncesto.
Nada más saber que tenía un hueco en la formación de los Jazz, Stockton se puso a trabajar. Pidió vídeos e informes de sus compañeros de plantilla. Quería saber cómo se movían en la cancha, puesto que iba a ser a partir de entonces el director de orquesta. Así, casi durante dos decenios. Ahora cumple su 18ª temporada fiel al club de Utah. Y, a los 40 años, el cerebro le funciona de maravilla. Aún juega 31 minutos por partido con unos promedios de 13 puntos y ocho asistencias.
"Ama este juego. Es increíble como cada año es el jugador más motivado cuando llega el primer entrenamiento de la pretemporada", reconoce su técnico, Jerry Sloan. Jugar al baloncesto y cuanto más mejor: de 1.431 partidos de la Liga regular ha disputado 1.409. Ha faltado a 22 encuentros en 18 años.
Stockton confiesa que uno de sus secretos está en su quiropráctico, Craig Buhler. La quiropráctica es un método natural de cuidado de la salud que da tratamiento a las causas de los problemas físicos en vez de solamente tratar los síntomas. Se basa en una premisa sencilla: cuando la columna vertebral funciona normalmente y el estilo de vida es saludable, el cuerpo humano puede sanarse a sí mismo más fácilmente. Esto se debe a que la médula espinal, que está protegida por la columna, es el camino principal del sistema nervioso. Controla las sensaciones, el movimiento y el funcionamiento de todo.
Su amor por el baloncesto y su buen estado físico augurarían a Stockton alguna temporada más como base de los Jazz. "No me aburre entrenar, no me canso de jugar partidos. Viajar es duro, ya que pasas tiempo sin tu familia. Pero no hay nada comparable a la camaradería de un vestuario, a la sensación de jugar un partido contra los mejores jugadores del mundo. No hay nada que pueda llenarme tanto", proclama Stockton.
Sin embargo, su compañero de aventuras en busca del anillo, el receptor de muchas de las 15.000 asistencias que ha repartido, Karl Malone, que también cumplirá los 40 años el próximo julio, no las tiene todas consigo: "Quiero que vuelva, pero no lo sé. No he hablado con él de ello. Es sólo mi opinión. Tengo un extraño presentimiento y creo que se va a retirar".
El base de los Jazz es el décimo jugador en la historia de la NBA que se ha mantenido en activo con 40 años o más. Tiene contrato firmado para la temporada que viene, en la que percibiría siete millones de dólares (algo más de ocho millones de euros), aunque hasta junio no dará una respuesta definitiva sobre su estancia en el club un curso más.
De momento, los acontecimientos se precipitan en Salt Lake City en busca del sucesor de Stockton. El mejor colocado se llama Raúl López, el base del Madrid, que en pocos meses podría ser el aprendiz de un viejo maestro; tal vez el mejor y más admirado por su trayectoria, hoy por hoy, en el gremio.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 1 de abril de 2002