Quedó la sensación de una ocasión perdida y cierto sonrojo por la imagen en unos cuartos de final de la Liga de Campeones ante un rival tan débil. El Barça se pertrechó en Atenas ante el Panathinaikos (1-0) dejando sólo en punta a Kluivert y obligando a Coco, a los tres minutos, a perseguir por todo el campo a un tal Liberopoulos. Los azulgrana fueron a por el partido tarde y salieron renegando. Sólo Kluivert cuestionó en público la táctica del técnico, Carles Rexach. El resto de la plantilla eludió criticar a Charly, que a diario se despoja un poco más del fútbol ofensivo. Otra cosa es su sensación en privado porque vieron lo que todos: que el Panathinaikos no era ni mucho menos un ogro.
Overmars, el extremo holandés, admitió que Kluivert jugó muy solo y dijo esperanzado: 'Todo está en nuestras manos. No estamos muertos'. Gabri, disciplinado, señaló: 'Jugar con este sistema nos salió bien en Turquía (0-1, ante el Galatasaray). Si hubiéramos marcado algún gol, no hablaríamos de esta manera', dijo el canterano, quien, al final, no supo ya qué decir cuando se le preguntó por el papel que tuvo que hacer Coco: 'Bueno, eso no tiene mucha explicación, pero hacemos lo que nos mandan. No creo que nuestra imagen saliera dañada'. Pero fue evidente que el marcaje individual desconcertó a más de uno. Un futbolista afirmó: '¿Y por qué perseguimos a Liberopoulus y no a Zidane, el día del Madrid, en el Camp Nou?'.
'Mi sensación es que el Barça no fue el Barça. Menos mal que jugaremos al ataque en casa ¿Que por qué no lo hemos hecho? Yo no hago las alineaciones. Sino, hubiera hecho otra', dijo Kluivert justo al abandonar Atenas. Ayer fue el único que no se entrenó por una súbita indigestión. Posiblemente, le hubiera sorprendido el análisis de Rochemback, que vio otro partido: 'Fuimos a ganar y sin miedo, tocamos bien el balón pero encajamos un gol imprevisto'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 5 de abril de 2002