"Muy cansado", solo, asustado y deslumbrado por las luces después de permanecer más de un día con los ojos siempre vendados, Cristian Riquelme, de 18 años, uno de los diez hermanos del famoso Román, media punta del Boca, fue encontrado ayer a las 4.30 de la madrugada en un cruce de calles del barrio de Ramos Mejía, al oeste del gran Buenos Aires, precisamente en el sitio donde sus captores, que le secuestraron el pasado martes a las once de la noche, dijeron que le liberarían una hora después de recibir los 160.000 dólares (182.000 euros) pactados y entregados por "un amigo de la familia al que acompañaba un policía", según fuentes judiciales.
El juez Roberto Marquevich mantiene retenidas a dos personas que supuestamente tendrían alguna vinculación con el secuestro, pero no hay pistas firmes. La última llamada, a las dos de la madrugada, se habría realizado desde un teléfono fijo en la zona de Boulogne, al norte del gran Buenos Aires. Las anteriores se hicieron desde teléfonos públicos distantes entre sí. La primera noticia del secuestro la recibió el propio Juan Román Riquelme en su teléfono móvil la noche previa al partido que el Boca disputó el miércoles frente al Huracán. El jugador abandonó la concentración y en ese momento el entrenador dijo que tenía "anginas". La plantilla del Boca se negaba a disputar el partido en el que finalmente vencieron 0-2 al Huracán, pero los directivos dijeron que debían cumplir con la jornada tal como había sido programada por la AFA.
Los secuestradores pedían en principio 300.000 dólares (340.000). El comisario Degastaldi, a cargo de la investigación, admitió que la secuencia fue "la habitual en los casos de secuestro express, piden una cifra y luego rebajan más o menos a la mitad". El pasado martes, a las once de la noche, después de salir de la confitería que administra su padre, Cristian regresaba junto con unos amigos a su casa cuando en el cruce de las calles Chile y Riobamba del barrio de Don Torcuato, al norte del gran Buenos Aires, los secuestradores les obligaron a detener la camioneta 4x4 y se lo llevaron. Uno de sus amigos dijo que "seguramente le tenían marcado, sabían quién era".
Barrios sin policía
Ayer, Cristian descansaba en el chalé del barrio cerrado donde vive Juan Román. La familia dice que el joven jugador del Platente, donde juega de media punta como su hermano, "no vio nada porque tuvo siempre los ojos vendados". Nadie confirmó tampoco que hayan pagado dinero por el rescate, pero la policía admite que "seguramente algo se pagó".
Los secuestros express ocurren a diario en la periferia del gran Buenos Aires. Las bandas siguen a sus víctimas cuando salen de los llamados countries y se refugian luego en las inmensa villas miseria donde viven miles de personas. La mayoría de los habitantes de las villas están armados y allí no entra ni siquiera la policía.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 5 de abril de 2002