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ISRAEL OCUPA LOS TERRITORIOS PALESTINOS

La herida de Occidente

La basílica de la Natividad de Belén, agujereada por las bombas y asediada por soldados israelíes, es más que un acto de guerra. Es una herida mortal a la civilización occidental. Lo queramos o no, como ha afirmado en otras ocasiones el Nobel de Literatura, el agnóstico José Saramago, todos nosotros somos hijos de la cultura cristiana. Belén y su basílica, aun no existiendo certeza histórica de que en aquel pueblo palestino naciera el profeta Jesús de Nazareth, es desde hace 2.000 años un símbolo, una metáfora, la cuna de la civilización judeocristiana; es un punto de ecumenismo y de diálogo interreligioso, como la basílica de Jerusalén.

Hoy no estaríamos en el día y en el año en que estamos sin Belén, ya que nuestro calendario se rige por el nacimiento de aquel profeta judío inconformista y pacífico que, según la tradición, nació allí. Nuestra cultura, y hasta nuestra concepción de la ética y de las costumbres, serían muy diferentes de lo que son sin Belén y lo que ella significa como punto de partida de una nueva historia. Herirla, bombardearla, ultrajarla y humillarla es humillar a toda una civilización. Como lo fue la voladura de los budas gigantes de Afganistán por manos de los talibanes, enemigos de la cultura.

"Si la basílica de la Natividad es hoy un campo de batalla, con civiles cercados, ¿qué nos queda del respeto a lo sagrado?", se preguntaba ayer el periodista británico Robert Fisk. Las bombas sobre Belén son más que un acto contra lo sagrado, como lo serían las bombas contra La Meca o contra las aguas sagradas del Ganges. Y el respeto por lo sagrado no es sólo respeto por lo religioso, es respeto por lo que en el hombre existe aún de temblor y de amor por el misterio, sea éste profano, cultural o religioso. Hay cosas que deberían ser intocables para que el hombre no pierda sus raíces históricas ni los símbolos abrazados por gentes de diferentes razas y credos. Belén es palestina, pero también judía. Judía es una de las religiones más antiguas y culturales de la historia. La Biblia, el mayor monumento literario de la humanidad, es judía. Jesús fue un judío convencido y dialogante con los que no lo eran. La herida a Belén es también una herida a lo que de mejor y más libre tiene aún el pueblo judío.

Como una muralla

Al fondo de la Plaza del Pesebre, la mole maciza de piedra que se ve desde fuera no deja imaginar la belleza del templo, que conserva la esencia del construido por el emperador Justiniano (527- 565) en el lugar donde se alzaba la basílica de Constantino, del siglo IV, que resultó muy dañada durante la revuelta de los samaritanos en 529. La fachada principal de la basílica es como una muralla con sus contrafuertes, en la que destaca una diminuta y angosta puerta de acceso (1,2 metros de altura) que obliga a los visitantes a agacharse. El lugar donde los cristianos veneran el nacimiento de Jesús es una gruta de forma rectangular, de 12,50 metros de largo, 3,50 de anchura y 3 de altura, ennegrecida por el humo de las lámparas que los monjes greco-ortodoxos mantienen siempre encendidas.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 5 de abril de 2002