Los cadáveres de siete palestinos fueron encontrados ayer cerca de la basílica de la Natividad, en la ciudad cisjordana de Belén, y según fuentes palestinas y del Ejército israelí, fueron asesinados a manos palestinas por haber colaborado con Israel. Los cuerpos presentaban señales de tortura, y según indicaron fuentes militares, habían estado previamente bajo control de los organismos de seguridad de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), lo que fue desmentido por fuentes palestinas. Ayer, más de una treintena de palestinos engrosaron la cifra de más de un centenar de muertes desde hace una semana.
Mientras, Israel se dispone a reabrir un campo de internamiento de prisioneros en el desierto del Neguev (al sur de Israel) -que ya estuvo operativo durante la primera Intifada-, para acoger a los detenidos palestinos, según indicaron fuentes militares israelíes. "Hay preparativos en curso para la reapertura del campo de Kseiot", señalaron las citadas fuentes. El campo de Kseiot está situado a unos 60 kilómetros al suroeste de la ciudad de Bersheba.
Fuentes de la seguridad palestina denunciaron que, en los últimos tres días, el Ejército israelí ha detenido a 70 palestinos sólo en la ciudad de Belén y los mantine encerrados en lo que fuera el cuartel general de la Autoridad Palestina en esa ciudad.
La jornada de ayer fue especialmente violenta. Israel continúa sin descanso su Operación Muro Defensivo en Cisjordania con el argumento de desmantelar las "redes terroristas palestinas", a pesar del llamamiento del presidente estadounindense George W. Bush para que se retire. A los muertos aparecidos en Belén hay que sumar a una niña palestina muerta durante una incursión del Ejército en la aldea cisjordana de Tubas. En la misma operación fueron abatidos seis miembros de la organización integrista Hamás. Según fuentes palestinas un helicóptero disparó numerosos proyectiles contra un edificio en el que se habían atrincherado varios miembros de las Brigadas de los Márires de Al Aqsa, movimiento guerrillero ligado al partido político del presidente de la Autoridad Palestina, Yasir Arafat.
Además, diez milicianos palestinos resultaron muertos en combates en Yenín. Seis de ellos fallecieron cuando varios tanques y helicópteros abrieron fuego contra el edificio en el que se encontraban. Según el Ejército israelí, uno de los fallecidos es un importante terrorista al que se responsabiliza, al menos, de planear uno de los atentados suicidas en Israel.
Otros cuatro combatientes palestinos murieron en Nablús. Sin embargo, el gobernador palestino de Nablús, Mohamed al Allul, aseguró que 14 palestinos habían muerto en enfrentamientos con el Ejército israelí.
En Hebrón, donde el pasado jueves entraron las tropas israelíes, se produjeron numerosos disparos y al menos once personas resultaron heridas en el ataque perpetrado por dos helicópteros contra un vehículo que circulaba cerca de la ciudad. Dos de los heridos se encontraban en estado grave, entre ellos un niño de entre siete y diez años de edad.
Por su parte, la aviación israelí sobrevoló el sur de Líbano, pasando a baja altura sobre las ciudades costeras de Tiro y Saida, según indicaron testigos presenciales. Las baterías de defensa antiaérea libanesas dispararon contra los cazabombarderos sin alcanzarlos. Altos mandos del Ejército israelí aseguraron que la guerrilla proiraní de Hezbolá había atacado posiciones militares en el norte de Israel e instalaciones hebreas en los altos del Golán.
El Gobierno de Beirut anunció la detención de un grupo de palestinos acusados de lanzar un ataque con cohetes desde territorio libanés sobre el norte de Israel. Se trata de seis hombres que, según la policía, tenían en su poder varios misiles y otras armas.
Anoche soldados israelíes entraron en el domicilio del ministro palestino de Información, Yasir Abed Rabbo, en El Bireh, ciudad próxima a Ramalá, según indicó uno de sus próximos que se encontraba presente en el momento del registro.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 6 de abril de 2002