El opositor Partido Socialista Húngaro (MSP-PSH) logró imponerse ayer al gubernamental Partido Cívico-FIDESZ del todavía primer ministro, Viktor Orban, en la más reñida primera vuelta de los comicios legislativos magiares desde la recuperación de la democracia hace 12 años. Aunque los sondeos a pie de urna anunciaron una clara victoria de Orban, según avanzó el recuento de votos se perfiló el inesperado vuelco.
La diferencia entre ambos partidos acabó siendo inferior a un punto. El desastre de FIDESZ se completó además con la entrada en el Parlamento unicameral magiar de la liberal Alianza de los Demócratas Libres (SZDSZ), que ya gobernaron en coalición con los socialdemócratas en la segunda legislatura y anunciaron inmediatamente que hoy iniciarán negociaciones con sus antiguos socios para repetir alianza.
A la espera de que el próximo día 21 se celebre la segunda vuelta, el socialdemócrata Peter Medgyessy se perfila como el próximo jefe del Gobierno magiar y el encargado de conducir al país en el proceso de integración en la Unión Europea.
"Lamentablemente y gracias a Dios los institutos demoscópicos se han equivocado", dijo Medgyessy en su primera intervención tras conocer su triunfo, aunque seguidamente y de manera prudente comentó que "esperaremos a celebrar la victoria cuando se confirme nuestro triunfo tras la segunda vuelta".
Curiosamente, el ex comunista Medgyessy es un independiente no afiliado al partido socialista, considerado como un experto en economía y hacienda, que fue ministro de Finanzas en el último Gobierno comunista y en la coalición socialista-liberal que gobernó el país entre 1994 y 1998.
Los húngaros acudieron además masivamente a las urnas, hasta el punto de que marcaron un nuevo récord de participación electoral del 71,3%, muy superior a la anterior marca establecida en los primeros comicios libres de 1990, en los que la asistencia fue del 63,5%.
Sistema enrevesado
Según, el enrevesado sistema electoral húngaro, considerado el más complicado del planeta, en esta primera vuelta se deciden principalmente los 152 escaños que se reparten entre las listas electorales de los partidos, así como parte de los 176 puestos de diputados de las listas individuales, concretamente los que obtengan de primeras una mayoría absoluta.
En la segunda vuelta se repartirán los restantes escaños individuales, esta vez ya por mayoría simple, así como los 58 escaños de la llamada lista nacional que se distribuyen mediante un complicado procedimiento entre los partidos que acceden al Parlamento.
Los resultados de las elecciones de hoy confirman también el camino de Hungría hacia el bipartidismo, ante la derrota de la práctica totalidad de los partidos menores, que, con la sola excepción de los liberales, no lograron superar la barrera electoral del 5% de sufragios para conseguir escaños.
En la pugna por acceder al Parlamento unicameral húngaro fracasaron tanto los nostálgicos comunistas del Partido Obrero, como la alternativa socialdemócrata de la Nueva Izquierda, el hasta ahora gubernamental Partido de los Pequeños Propietarios y el Partido de Centro, de reciente creación.
Más sonada ha sido la derrota del ultranacionalista Partido de la Verdad y Vida Húngara (MIEP) que dirige el declarado antisemita Istvan Csurka, cuya entrada en el Parlamento y, más aún, su hipotética entrada en una coalición de Gobierno con FIDESZ ponían los pelos de punta a los futuros socios de Hungría en la UE.
El derrotado primer ministro Orban contaba con el apoyo de los conservadores europeos. Así, tanto el presidente del Gobierno español, José María Aznar, como el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, el canciller austriaco, Wolfgang Schuessel, o el bávaro Edmund Stoiber, candidato conservador a la Cancillería alemana, le habían mostrado ya su apoyo. Orban, de 38 años, partía de una envidiable posición ante los comicios basándose en una primera legislatura con un crecimiento económico espectacular.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 8 de abril de 2002