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El Marañón ha tratado ya a 300 jóvenes en su unidad psiquiátrica

La Unidad de Psiquiatría de Adolescentes del hospital Gregorio Marañón, que cuenta con una capacidad para 20 jóvenes, ha tratado desde su inauguración el 13 de noviembre de 2000 a 300 pacientes de entre 12 y 17 años, de los que 59 ingresaron por cuadros psicóticos.

Según explicó el responsable de esta Unidad de Psiquiatría, Celso Arango, 'las psicosis de inicio en la infancia o en la adolescencia son un trastorno poco común, y generalmente de peor pronóstico que las iniciadas en adultos'. Estos trastornos suelen darse en una mayor proporción en chicos que en chicas, y parecen presentar una mayor carga genética que cuando aparecen en la edad adulta.

En opinión del doctor Arango, 'dada la gravedad de estas enfermedades, el diagnóstico y tratamiento temprano es sumamente importante'. De los pacientes tratados en la unidad, la esquizofrenia fue el mal más común, con el 26% de los casos, seguido por los trastornos afectivos, con el 14,6% de los ingresos, y entre ellos el más frecuente debido a trastornos bipolares, mientras que el 3% fueron depresiones con síntomas psicóticos.

Evaluación integral

El resto corresponde a psicosis agudas transitorias o psicosis tóxicas. El director médico explicó que los niños y jóvenes que presentan estos síntomas requieren una evaluación integral, diseñada por un equipo multidisciplinar en el que tengan cabida diferentes profesionales que mantengan contacto con el paciente. Una combinación de medicamentos, terapia individual y familiar y programas terapéuticos especializados basados en actividades escolares o deportivas son, a menudo, necesarios para el tratamiento integral de estas enfermedades, según dijo. La psicosis muestra siempre algunas señales de alerta, entre ellas la dificultad para diferenciar entre el mundo onírico y el real, alucinaciones, trastornos del pensamiento formal, ideas y pensamientos raros, oscilaciones frecuentes de ánimo, comportamiento extraño, ideas delirantes de persecución, regresión, ansiedad y temor severos, confusión de la televisión con la realidad y graves problemas relacionales.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 8 de abril de 2002