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ADIÓS AL CRONISTA DE TOROS DE EL PAÍS

Decía siempre la verdad

Ayer murió en Madrid el maestro Joaquín Vidal. Había nacido en Santander en 1935, y desde muy joven volcó su vocación periodística en el mundo de los toros, su gran pasión. Como informador y crítico, se convirtió en una referencia de independencia, rigor y criterio para la afición y los lectores, incluso los no taurinos. Gente como José Bergamín o Eduardo Arroyo admiraron sus crónicas, marcadas por una honradez a prueba de amenazas, una escritura irónica y deslumbrante, la constante denuncia del fraude taurino y la búsqueda de la verdad de la fiesta. Trabajador incansable -escribió más de 5.000 artículos para EL PAÍS-, fue un compañero cabal y encantador, un auténtico caballero dotado de un colosal sentido del humor.

La muerte de Joaquín Vidal ha sido para mí una enorme sorpresa. Ni siquiera sabía que estaba enfermo, y pensaba que ya estaría en Sevilla, como todos los años. La noticia me ha dejado helado. No éramos amigos, porque Joaquín no mantenía contactos con los toreros, pero me entrevistó varias veces para el periódico y conocí a un hombre muy culto, muy buen aficionado, ameno y muy respetuoso con los demás. Creo que era un magnífico escritor y le estaré siempre muy agradecido porque escribió sobre mí artículos preciosos. En sus crónicas defendía lo que debe ser el toreo auténtico y decía siempre la verdad. Yo era un ferviente admirador de sus escritos, porque me gustan los escritores de toros que ofrecen garantías. Y Joaquín me las ofrecía todas. Siento su muerte muy sinceramente. La desaparición de un hombre tan brillante como él es una gran pérdida para nuestra fiesta.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 11 de abril de 2002